“El emperador ordenó a Alejandro de Constantinopla que recibiese a Arrio a pesar de las objeciones del obispo; el obispo Alejandro respondió diciendo que rezaba porque Arrio pereciese antes de que eso ocurriera”.
Y así fue. “A Dios rogando, y con el mazo dando”. No hay que dejar las cosas al albur.
Como siempre, los cristianos tan lejos de las enseñanzas de su Maestro.