"La lucha religiosa se entabló, ya no entre un sacerdote y un obispo, sino de concilios a concilios y de obispos a obispos, una profunda escisión en la Iglesia. El emperador Constantino, viendo amenazadas la paz pública y la unidad del Imperio, trató de conciliar, él, que era cristiano nuevo, a los cristianos viejos que por la predicación de Arrio se habían dividido. Al efecto escribió a los dos causantes del cisma (Alejandro y Arrio), recomendándoles la paz.

Su carta no produjo resultado alguno favorable, ni tampoco el viaje que por encargo del emperador hizo a Alejandría Osio. La discordia entre los cristianos era mayor cada día, y entonces Constantino pensó, para concluir con ella, acudir a una asamblea general de la Iglesia. Nicea, ciudad de la Bitinia, fue elegida como punto de reunión para el concilio, que comenzó sus trabajos el 19 de junio del año 325. A él concurrieron los sacerdotes Vito y Vicente, representantes del papa San Silvestre I; Osio, obispo de Córdoba, por España; Ceciliano de Cartago, por el África; Nicasio de Die, por las Galias; Protégenes, por Sárdica, y 22 partidarios de Arrio. Éste sostuvo, con algunos de los suyos, como Eusebio de Nicomedia, sus proposiciones.

Tras larga discusión, la doctrina de Arrio fue rechazada por más de 300 obispos, condenados al fuego sus escritos, y anatematizados cuantos en adelante profesasen la doctrina herética. Formulóse un nuevo símbolo fundado sobre el de los Apóstoles, el cual firmaron 300 o 318 obispos"