Fue en un lugar frente al mar, barato y mal iluminado pero con una promoción en cervezas que fue irresistible, para otras fueron las alitas, los cócteles y una coqueta mesera que al agacharse invitaba a verle de más.

Ellas fueron una mayoría contundente, mis servicios terminaban una calle más allá donde dos días antes nos conocimos en persona y tomamos rumbo a una aventura.

Que serían unos tragos después de todo.

Adentro del local las luces navideñas adornaban los pilares de lo que mirándote a detalle era una choza con techo de Palmas.

Encantador por dónde lo miraras.

Entonces mesera voluptuosa aparece con sonrisa encantadora y coquetea con ellas y conmigo, se asegura de darnos a todos su atención, una mirada le devuelve la lujuria, pero no es la mía.

Las mulatas frondosas nunca han sido lo mío y justo cómo si me leyeran la mente dos chicas más aparecen como por arte de magia en la barra. Usan el mismo juego de seducción, pre ensayado, risita, mirada coqueta y contacto. La primera nos toma la orden, la otra nos lleva las bebidas y la tercera es la que me hace volar la cabeza. Lo sabe y lo usa a su favor, antes de irse se asegura de provocarme una erección.


Un hombre excitado es un hombre tonto y yo estoy a punto de ser un idiota profesional.

Recuerdo que no estoy solo y miro alrededor de la mesa, la culpa me hace pensar en ofrecer disculpas por mi comportamiento y retirarme con la cola entre las patas, pero están igual de pérdidas que yo en sus placeres personales, una come, otra bebé y una más recibe un masaje sobre los hombros bajo el argumento de "verse muy cansada".





San erección cede un poco el control, suficiente como para notar la extrañeza de la situación, somos los únicos en el lugar, no hay paredes solo redes de pescar, es una hermosa trampa con bellos anzuelos que picar.

Pienso en lo peor y como escapar, trazo planes para sacarlas a todas, llegar al coche y dejar el susto atrás, pero están embelesadas satisfaciendo sus deseos.





-Ah ya veo, eres un pensador... Estás cosas no funcionan por mucho tiempo con los que son así.



Había un Caballero sentado en una mesa no muy lejos de la nuestra, de tez blanca como el mármol, cabello negro, corto y rematado con una camiseta blanca que deja ver un cuerpo delgado.



-Ustedes y su necesidad de respuestas, no pueden aceptar lo que tienen enfrente.



Pero no me lo dice a mí, se quejó con el viento y de paso escuché yo.

Entonces una lluvia de besos en la espalda y un abrazo me intentan llevar hacia otra realidad, una más encantadora y relajada.



-Querida, eso ya no va a funcionar en él, no importa cuánto lo intentes, lo has perdido, mejor trae el Brandi que me gusta con dos vasos, está noche tengo alguien con quién charlar.



Exhala derrotada.





-Sí, Vlad...





Ahora todo tiene sentido.





-No, no está el hombre lobo en la cocina, ni el monstruo de Frankestein será el cadenero.



Eso comprueba que las historias son ciertas o al menos esa parte.



-No es hotel Transilvania, ni vamos a todos lados juntos.





Vlad, habla, habla y habla.


Cada noche desde hace tiempo aparecen un lugar así en alguna parte del mundo.

Se hartó del frío y se han tomado unas largas vacaciones por todas partes, no se interesa en los humanos, somos su diversión, deja a sus vampiresas satisfacer a otros, también ellas se divierten. Un monologo eterno de un ser eterno, me temo la noche sea demasiado breve para escuchar tanto.
Décadas llenas de personajes malvados, pintorescos, santos, todos pidiendo poder y ofreciendo algo que no nunca pueden pagar…



Pero ya casi amanece y es hora de partir.



-Ojalá hubieran venido otro día, teníamos una banda de covers de todos los tiempos, nos hacemos llamar "Vlad and the dracudolls"…



Las vampiresas se van contentas, las chicas satisfechas y Vlad entretenido.



Una banda de covers con alguien que puede imitar las voces de todos suena muy intrigante.