Iniciado por
misericordia
Lo quieras o no lo quieras nadie puede engañar a Dios, y Ananías y Sáfira quisieron engañar a los apóstoles. Y aquel castigo quedó como ejemplo para que los mentirosos no jueguen engañando a la iglesia. Y eso es lo que pasó.
Eso son historias para no dormir.
Dios no mata a nadie, y menos por el asunto narrado.
Hoy día ese relato es absurdo.
Hubo dos asesinatos, y esas muertes sirvieron para acojonar a todos.
¿Quién se benefició?
La Verdad nos hará libres.