Hoy en día, muchas personas también han decidido no tener nada que ver con
ninguna actividad o forma de entretenimiento relacionada con el ocultismo.

Un ejemplo de esto es Maria, quien con 12 años parecía que tenía el poder de predecir algunos sucesos.
Les leía las cartas del tarot a sus compañeros de escuela,
y como sus predicciones se cumplían, acabó interesándose muchísimo por las ciencias ocultas.

Maria pensaba que Dios le había concedido este don para ayudar a la gente.
“Pero había algo que me preocupaba —admite—. En las cartas, podía ver el futuro de los demás,
pero no podía ver el mío, aunque quería conocerlo”.

Confundida por tantas preguntas sin respuesta,
Maria le oró a Dios. Más tarde recibió la visita de los testigos de Jehová y empezó a estudiar la Biblia con ellos.
Entonces entendió que su habilidad para predecir el futuro no venía de Dios
y que quienes quieren ser amigos de él deben deshacerse de cualquier objeto relacionado con el ocultismo (1 Corintios 10:21).

¿Cuál fue el resultado?

Maria tiró a la basura todos sus objetos y libros de ocultismo
y ahora enseña a otras personas las verdades que ha aprendido en la Biblia.