Mitología de los caciques tucman
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ARRIBO AL TUCUMAN
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Por Alejandra Correas Vázquez


Cuando el avión me traía de regreso a mi casa de Córdoba (Argentina) desde La Florida, aquella mágica tierra explorada por Ponce de León en búsqueda de la Fuente de Juvencia, luego de despegar de la hispánica Miami con sus recovas coloniales y callejuelas serpenteantes. Reliquias de un tiempo hispanocolonial bien conservadas con su diseño intacto y sus fuentes blancas llenas de arabescos. Con pueblitos coloniales enteros protegidos dentro de galerías para coquetas boutiques. Entonces dije para mis adentros la frase que allá se emplea a diario: “Miami, mi ciudad bonita … adiós”… y me llené de lágrimas.

Había vivido en ella un tiempo feliz entre ardillas que subían y bajaban a toda prisa de los árboles de mango. Junto a los canarios color celeste que picoteaban en forma insolente mis galletas, mientras yo mateaba en la galería, subiéndose también a mis hombros.

Me preparé entonces con paciencia, para un larguísimo viaje en avión… ¡Y de improviso llegué demasiado pronto! …Siendo que apenas había echado una siestecita.

Demasiado rápido. Más rápido que en el viaje de ida. El avión descendía, el piloto anunciaba la llegada, la azafata lo confirmaba y el aeropuerto lo señalizaba: “Tucumán”. No había duda, se me había escapado el tiempo y yo había entrado sin quererlo con aquella breve siesta, en una “nube gálica”, perdiendo conciencia de las horas reales entre un mundo y otro. Tal y como les sucedía a los galos cuando paseaban por sus bellos pasajes mitológicos.

—¿Ya hemos llegado a Tucumán? –pregunté a Pepe mi esposo– ¿Ya estamos en Argentina?

Sí, lo estábamos. Y no lo estábamos al mismo tiempo. Porque en realidad estábamos en Tocumen, el aeropuerto de Panamá ... no en Tucumán... pera era la misma nación, con el mismo nombre y una sola identidad. Sin duda alguna, habíamos aterrizado en uno de los puntos claves de esa nación inmensa del pasado lejanísimo anterior a los Incas llamada TKMN.

Una nación muy antigua –milenaria- anterior a Incas y Mayas, ocupaba un territorio demarcado por las toponimias desde Panamá hasta el centro de Argentina. El Reino Tucman

El Tucumán era antaño en épocas coloniales españolas comprendía a ocho provincias argentinas de hoy: Tucumán, Córdoba, Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, San Luis y Santa Fe. Este inmenso territorio estaba gobernado por los cuatro mitológicos Reyes Tucman, quienes lo recorrían en forma permanente socorriendo y legislando a sus habitantes. Ellos a su vez respondían con obediencia fiel a su padre el Gran Tucman. El Solitario. El cual era visto en persona solamente por estos grandes caciques.

Según el mito ellos eran de color verde pues estaban hechos de agua y plantas. Por ello los invasores incas (recién llegados, como después los españoles) no podían reconocerlos. Pero siempre retornaban en tiempos de lluvia o sequía para auxiliar a sus súbditos, como lo hacen todos los Reyes-Dioses.

Esta nación perdida y antiquísima, tenía una dirigencia muy particular en su calidad de Reyes-Dioses. Ellos son “Monarcas Aislados”. Isolados Solitarios. Gobiernan desde su aislamiento. Rigen sin ser vistos. Ejercen un mando esotérico subyacente, que predomina y domina sin hacerse ver. Su pater familia llamado el “Gran Tucman” (padre de los cuatro Tucman) es un rey-dios al que ningún súbdito puede llegar a visitar, y sólo se comunica con los hombres a través de sus hijos itinerantes. Semeja en este concepto, al Gran Hermafrodita de masones y templarios.

Semánticamente hablando “aislado” significa habitante de una “isla”. De allí el término más antiguo de “isolado”. Pero esta Isla Tucman (interior y mediterránea como toda isla mítica) nunca fue encontrada, por ninguna de las numerosas expediciones militares que se hicieron en busca de su paradero, cuando el Tucumán era una inmensa provincia colonial española. O por expediciones militares argentinas posteriores que incursionaron por la selva enmarañada y pluviosa conocida como “El Impenetrable”. Soldados armados hasta los dientes que buscaban hallar el trono y la capital de los Reyes Tucman, a quienes los rebeldes indios nativos insistían en obedecer ...

EL MITO

EL Gran Tucman como el Gran Hermafrodita masónico (como también Osiris a quien le falta el pene procreando sin él a Horus) tuvo sin cópula por partenogénesis, una muy copiosa descendencia: 4 hijos, 8 nietos, 16 bisnietos... y así hasta 40. Que era la última fecha calculada por este antiquísimo gobierno Tucman cuando el Inca (quien era “non tan sancto”) les quitó su reino, su territorio.

Desde un punto de vista no mitológico y racional, el Reino Tucman tenía una autonomía plena hasta la expansión del Incaísmo hacia el 1200 o 1300 de nuestra era. Cuando Europa vivía dos finales trágicos: la extirpación de Cátaros y Templarios. Por esos siglos aquí también en Sudamérica se extirpó al Reino Tucman. El Incario resolvió apoderarse del País de la Sal (indispensable para gente que vive a grandes alturas) y con razones reales, de políticas pragmáticas que eran “non tan puras”, se apoderó de esta propiedad privada de la comunidad Tucman.

Desde aquel momento los Reyes Tucman se retiran y se “aíslan” en la selva, conformando un mando mítico de dioses-reyes. Tal como llegaron hasta nosotros. La historia del Reino Tucman nunca podrá ser escrita. Pero sí descripta. Argumentada su mitología y analizado su misticismo. Pues semejante a los mitos gálicos del mundo Celta, su pasado hállase implícito en su cosmogonía.

El Tucumán libre e histórico, gran reino, ya había muerto a la llegada del español pues pertenecía a ese tiempo ilímite donde viven todas las culturas precolombinas. Fue un constructor de mitos para transmitir antiguos mensajes historicos, del recuerdo vivo y fue allí cuando se refugió en el mito. Como hicieron los galos con su pasado histórico que conformó sus leyendas vivas.

Podemos describir al mentado Gran Hermafrodita o Gran Tucman, padre ancestral de los cuarenta Tucman, como a un autócrata de carácter teocrático. “Aislado”. Habitante de una isla real o mítica, vinculado al agua. Dios marino en tierra firme, campo adentro, a quien nadie puede ver.

En este ciclo de cuatro hijos y cuarenta descendientes, se asienta el período de sequía que invade al centro de Argentina… Pues Tucman es ...¡Selva!... Y cuando ellos se ausentan largo tiempo... llega la …¡Sequía!

Tucumán indica selva, lluvia, humedad, rocío, verde, foresta, bosques, pájaros, flores, mariposas. Los recordados Reyes Tucman o el Reino Tucman como dinastía, podría traducirse empleando un buen castellano, como el Reino de la Selva. Reino de la Lluvia. O Reino de los Pájaros. En suma, un reino ecológico. Tucumán por su nombre mismo habla de riego y vergeles. De selva y lluvias torrenciales. El Tucumán llega, se establece y se va. Entra y sale. Viene y parte. Tal como el mito antiguo de los Reyes Tucman lo condiciona.

En el mito los Tucman, siguiendo la tradición matemática y numerológica de todas las culturas precolombinas, eran un conjunto homogéneo de varios hermanos que cogobernaban y nunca se separaban. Venían juntos y se iban juntos. Algunos sostenían que eran dos los Tucman (diarquía tipo clásica), pero otros aseguraban que eran cuatro colocándose uno de ellos en cada punto cardinal.

Aumentaban también su número de ocho a cuarenta y si seguían jugando con los números, éstos podían llegar a hacerse infinitos. Ciertos serranos mirando al cielo solían decir antaño, que había allí cuarenta estrellas principales, una por cada Rey Tucman. Pero como las mitologías tienen la virtud de ramificarse de maneras infinitas, nos quedaremos con los cuatro Tucman ecológicos de la prosperidad, que vienen y van. Nos visitan con su vergel y nos abandonan … para caer luego un período de seca y campos incendiados, por la falta de agua.

Como sucede hoy en Argentina con la sequía y los incendios forestales en este año 2020.

¡Se clama por el regreso de los reyes dioses Tucman!

El mito. La leyenda. Ayer y hoy, vivificante, y velando siempre por sus súbditos.

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