LOS AMANTES DEL CARBÓ
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(historia real)
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Por Alejandra Correas Vázquez

1- ROMEO Y JULIETA
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Romeo y Julieta también vivieron en Córdoba. Lo tenían todo: Pasión. Belleza. Intelecto. Derechos. Romanticismo. Erotismo. Sensualidad. Poder. Protección. Respetabilidad. Dinero en abundancia. Salones. Estudios... Pero decidieron separarse de este mundo por voluntad propia y en plena juventud, dejando junto a ellos un libro abierto en la página de un poema, contemplando desde una ventana soleada del microcentro citadino, a la tradicional “Plaza del Caballo”.

2 - TETRALOLGÍA
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Como un cuadro teatral clásico perfecto, contiene este drama cuatro personajes que dialogan de a dos. Primero los dos amantes. Luego una maestra y una abuela, para completar el clásico cuatro, que juegan entre ambas su propio diálogo. También tiene dos escenarios.

El Primer Escenario, el que más pesa : la sociedad ilustre de la “Vieja Córdoba”. Su orgullo y su tradición, basadas ambas, como ocurría en las ciudades griegas, en su cultura y su aislamiento.

Como una antigua sede helénica entre vida campestre y gente erudita, Córdoba aislada por tres siglos y medio en ese entonces, por geografía al hallarse situada en el centro del Cono Sur sudamericano, y por historia al ser fundada tempranamente en tiempos de Felipe II en 1573 (y reestructurada poco después por la Compañía de Jesús) no creía ni siquiera pertenecer a su propia nación Argentina. Ni a Sudamérica. Se manifestaba sola, federalista a ultranza, con un sentido de propiedad autónoma aún en las primeras décadas del siglo XX.

Córdoba exhibía siempre una independencia inamovible. Pero su sociedad tradicional, a la que pertenecía esta familia encumbrada de la Docta Córdoba —sobrenombre clásico de la ciudad— era impenetrable en todos sus condicionamientos.

El Segundo Escenario, de muchísimo peso por décadas: es el ilustre e ilustradísimo, Colegio Carbó... cuna del intelecto volcado hacia la mujer. Hecho y preparado desde el siglo anterior por el presidente Sarmiento, como colegio férreamente laico, latinista y humanista, que recibía un alumnado de diversas religiones, dispuesto a lograr en esta ciudad alejada de los mares y mediterránea, un esquema de mujer con formación cultural erudita.

3 – LA DAMA
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El primer personaje es la Dama, no por galantería banal, sino porque fue ella en sí misma y en su circunstancia total, el centro de esta historia apasionada y cuestionada. Ella, cordobesa de alcurnia, hermosa, lucía en los salones su elegancia juvenil, su fortuna familiar y la hermosa mansión enrejada de su abuela materna, donde vivía llena de todos los lujos, en el barrio residencial de Nueva Córdoba, la cual hoy es museo.

Bella y culta, estudiosa, María Luisa frisando los veinticuatro años era la profesora más joven del Carbó y un ejemplo vivo para otras niñas elegantes de su generación y su ambiente, quienes sólo atendían (la mayor parte de ellas) a su frivolidad pasajera. O a la búsqueda de un matrimonio.

Pero ella era distinta. Veíasela como la representante de un tiempo nuevo, en aquellos años pioneros a comienzos de la primera mitad del siglo XX. Encarnaba la profesionalidad vocacional de la mujer (no la necesidad de trabajo puesto que era rica) cuando la disciplina en el estudio por ello mismo, por esta nueva competencia con el hombre que por siglos en Córdoba fuera dueño absoluto del régimen “profesional”, era reciente y sumamente exigida.

Llevaba además María Luisa por su padre un apellido ilustre y respetado en la ciudad, por corresponder al gobernador más destacado de comienzo del siglo XIX. Un político brillante. Constitucionalista. Hombre de genio que dejara hondas huellas en el devenir de su provincia y cuyo monumento ha sido recientemente inaugurado por el gobernador Schiaretti, con toda la ceremonia apropiada.

Un abogado que creó escuelas oficiales y públicas, 40 años antes del presidente Sarmiento. Separó la Universidad de Córdoba de la conducción religiosa (en manos franciscanas desde la expulsión de la Compañía de Jesús) declarándola universidad provincial y laica. Fundó además el primer registro civil argentino y redactó la primera constitución provincial (la primera de toda Argentina). Un gobernador al que los cordobeses actuales continúan valorando.

Con todo ello es dable imaginar que un gran respaldo social protegía a la hermosa María Luisa, quien era solicitada en matrimonio por los mejores galanes de su tiempo. Pero ella, moderna como era, libre de pensamiento, se enamoró de un médico español, profesor también del Carbó( fundador de un conocido Sanatorio particular que aún lleva su nombre) respetado en la cátedra como profesor, admirado como profesional ...

¡Y además: … casado!

4 – EL GALÁN
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La emoción y la aventura en ese amor que afrontaba un riesgo, había señalado a aquel médico extranjero, profesor del mentado Colegio Carbó, como el personaje masculino de esta historia.

Córdoba continuaba con su tradición de tres siglos al llamar gente destacada de Europa, para su tarea educativa.. Una tradición que venía del período jesuítico. En esta escuela femenina del Colegio Carbó que aspiraba a la inserción de sus discípulas en las fuerzas vivas ciudadanas, el Dr español brillaba con su acentuado verbo castizo, que era poco conocido en Sudamérica por ese entonces, y especialmente en la aislada Córdoba.

Aportaba con su presencia y su prestancia ese bagaje de nostalgias que al cordobés de larga tradición colonial (como era todo aquél perteneciente a la vieja sociedad) hacía memorizar el ensueño de sus antepasados, aquellos Indianos que fueran “encomenderos del rey”.. Pues el pasado español se detuvo con la “Expulsión Jesuítica” de 1767. Y la vieja sociedad cordobesa habíase encerrado en esa nostalgia..

Su cultura y su preparación europea recordaban a los antiguos lustres latinistas de la Universitas Cordubensis Tucumanae creada aquí por las huestes de Loyola : los maestros Jesuitas. Nunca olvidados. Su rico diálogo, evocaba la lejana Oratoria de los antiguos cabildantes. Todas estas imágenes hispánicas de un viejo imperio donde no se ponía el sol –y cuyos recuerdos eran evocados con persistencia por las familias de la “Vieja Córdoba”– cautivaron sin duda a María Luisa quien había nacido en el seno de una familia histórica.

Ante este brillo se fascinó la joven y bella profesora, criada entre las crónicas de una familia como la suya, entroncada en el pasado imperial español. Familia cuya Merced (o sea donación del Rey) por el lado paterno, habíase antaño extendido de “sierra a sierra”. Pues el médico español brillaba realmente en los cenáculos cordobeses, como si encarnara en él –sin él saberlo– todos los mitos aún vivos por entonces (primeras décadas del siglo XX) de una Córdoba Colonial ...

Mientras que él de su lado, admiraba la belleza y fineza de María Luisa, centro ella de una atención social.

Estaban los dos colocados en un punto central de la escena cordobesa. Sus familias son aún representativas. Sus bienes (mansión, estancia, sanatorio) también se conservan en este siglo XXI. Poco ha cambiado, pues cambian siempre poco las aristocracias y su centro de poder. Como sostuvo el novelista revolucionario Manuel Azuela, luego que se desilusionó de su “revolución mejicana”.

Pero ellos —los Amantes del Carbó— hace mucho que se fueron juntos a vivir su amor verdadero, en otra dimensión distinta sin trabas sociales ... ¡Y por decisión personal de ambos!

5 – EL CARBÓ

Cuando las estudiantas del ciclo secundario en el Carbó subíamos corriendo las largas escalinatas de mármol blanco —casi por costumbre— saludábamos a la antigua maestra y directora, la nunca olvidada educadora : Doña Trinidad Moreno. La cual nos esperaba erguida en el descanso central de la escalera desde su busto de bronce. Algo sin embargo nos inquietaba con curiosidad : la doble fecha en el ejercicio de la dirección del respetado Colegio Carbó.

Para alguien que había fijado tan preciados recuerdos ... “que partiera y volviera, en la dirección de un instituto escolar” ... era un comportamiento muy extraño.

Solamente detrás de sus altas rejas y sus grandes portones de hierro –que circundan el manzano donde éste colegio se halla edificado– al crecer y dejar finalmente nosotras el Carbó, recién entonces, con el tiempo, nuestras familias nos abrieron al fin sus confidencias. Cuando ya por la edad no tuvieron el temor de que nuestra educación y rebeldía adolescente, se precipitase. Siendo ya más adultas finalmente, nos confiaron el secreto escondido en aquel rígido instituto de enseñanza. Y nos develaron ¡por fin! el motivo de aquella secreta incógnita.

En esa edad donde dejamos atrás lo más tierno de nuestras vidas, se abrió para nosotras el telón de un mundo adonde habíamos vivido, sin advertirlo. Cuando crecimos lo suficiente como para que nos relataran la trágica y confusa historia de : “Los Amantes del Carbó”