Quizás no haya comportamiento religioso más insultantemente ignorante que ese de agradecer a un dios supuestamente benevolente, pero también omnisciente y todopoderoso, que “cure” el cáncer de un simple acólito, aunque por supuesto nunca de manera directa sino siempre a través de esa totalmente atea medicina científica moderna.

Quizás ya sea hora de abandonar esa humillante sumisión ante la religión y empezar a llamar a los creyentes por su verdadero nombre: estúpidos y ofensivos ignorantes, porque no se puede despreciar de esa manera tan insultante el durísimo trabajo de esos miles de profesionales que luchan denodadamente contra esas enfermedades tan “inteligentemente” diseñadas por la deidad de una tribu semita de la Edad del Bronce.

P.D.:

Extracto de uno de los hilarantes (pero por otra parte reflexivos y muy racionales) shows del humorista escocés Daniel Sloss.