Lo pongo porque considero importante a todo pequeño estudio hecho para ir descubriendo nuestra naturaleza:

El Efecto Dunning-Kruger

¿Por qué será que la gente más ignorante se cree más sabia, mientras que la gente más sabia no cree que lo sea? Pero sobre todo, ¿por qué será que la gente ignorante ignora que lo es?… Personas que no han leído más que partes de un libro y carecen de interés científico, creen tener más conocimiento que personas a. nalíticas y estudiosas.

Para explicarlo remontémonos al 6 de enero de 1996, en Pensilvania, EE. UU., cuando McArthur Wheeler, un sujeto de 1,70 de altura y 120 Kg de peso, decide asaltar dos bancos a plena luz del mismo día: uno en Pittsburg y otro en Swissvale. Ni siquiera se tomó la molestia de ocultar su rostro, por lo que los videos de vigilancia dieron todas las pistas para reconocerlo y capturarlo en sólo una hora. Pero al ser detenido, se mostró muy sorprendido; no lo creía, y no hacía más que repetir: “Pero… si llevaba puesto el zumo de limón”. Y es que Wheeler se había aplicado zumo de limón en la cara, creyendo que de esa manera su rostro sería indetectable para las cámaras de seguridad. La idea se le ocurrió al recordar el truco de la “tinta invisible”, que consiste en escribir en un papel con zumo de limón, y después acercarlo a una llama, para que las letras se vean de color marrón. Wheeler se lo aplicó en la cara, e hizo una prueba en su casa con una cámara Polaroid, observando que efectivamente no salía en la foto. Después se supo que el zumo de limón le había causado ardor, y al disparar la cámara había entrecerrado los ojos, por lo que desvió el objetivo y no salió en la foto.

El curioso caso llamó la atención del Dr. David Dunning, profesor de Psicología Social de la Universidad de Cornell, Nueva York, EE. UU., quien razonó así: “Si Wheeler era demasiado estúpido para ser un ladrón de bancos, tal vez él también era demasiado estúpido para saber que él era demasiado estúpido para ser un ladrón de bancos”; es decir, su estupidez lo protegía de la conciencia de su propia estupidez. Y para estudiar este fenómeno, se asoció con su colega Justin Kruger, de la misma universidad, donde reclutaron voluntarios entre los estudiantes, cuyo comportamiento evaluaron respecto a áreas que requerían de habilidades y conocimiento. La primera fue el humor, pidiéndoles a los voluntarios que evaluaran chistes, y después que evaluaran su propia capacidad de evaluar chistes. Descubrieron que los más incompetentes se percibían a sí mismos como muy competentes, mientras que los más competentes se subestimaban. Repitieron el experimento evaluando razonamiento lógico y gramática, y obtuvieron los mismos resultados: los incompetentes sobreestimaron demasiado sus habilidades.

Dunning y Kruger publicaron sus resultados en el Journal of Personality and Social Psychology de diciembre de 1999. En este trabajo concluían: “Cuando las personas son incompetentes en las estrategias que adoptan para alcanzar el éxito y la satisfacción, sufren un doble lastre: No sólo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les priva de la capacidad para darse cuenta. En su lugar, como el señor Wheeler, se quedan con la impresión errónea de que lo están haciendo bien”. A partir de entonces, se llama efecto Dunning-Kruger, al sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real. Eso se explica por una incapacidad metacognitiva del sujeto para reconocer su propia ineptitud. Y por el contrario, los individuos altamente cualificados tienden a subestimar su competencia relativa, asumiendo erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos también son fáciles para otros.