¿Por qué nos cuesta tanto cambiar de opinión?

Por dos fenómenos que están relacionados y van de la mano.

El primero es la disonancia cognitiva, que es ese malestar que tenemos cuando nos enfrentamos a dos pensamientos que están en contradicción, o cuando nuestra conducta contradice nuestra percepción sobre nosotros mismos. Este malestar intentamos reducirlo, y ahí es donde entra este segundo fenómeno, que es el sesgo de confirmación, la tendencia que tenemos a fijarnos en información que confirma nuestros puntos de vista y desechar a la información que contradice nuestras opiniones.

¿Por qué hacemos esto?

Porque para nosotros es mucho más importante tener razón y salvaguardar nuestra autoimagen que prestar atención objetivamente a la información que nos da el mundo. Así, cuando establecemos una creencia e invertimos tiempo en ella, defenderla equivale a defendernos a nosotros mismos.