Navegar desde el Perú a Ecuador es igual de fácil que navegar de Chile a Perú.

Mientras armábamos nuestro grupo de nautas en Chile tuvimos un mecenas, un capitán de navío que nos apadrinó como si fuésemos sus hijos.

En una de las tantas conversas, nos auguró que la gente nos trataría de locos irresponsables, que cómo nos haríamos al mar sin siquiera haber visto un velero antes.
Pero, nos dijo, quédense tranquilos.
Para llegar al callao, sueltan amarras en valparaíso, lo próximo que verán son las costas del callao. No necesitan hacer nada.
Luego, para ir a guayaquil, la misma cosa.
En guayaquil sueltan amarras, y llegarán a las islas marquesas sin hacer nada.
Y si en las islas marquesas aún no saben manejar un velero, quiere decir que son huevones...

Teniendo eso en mente, soltamos amarras en el callao, conforme las instrucciones de la orden de expulsión que nos obligó a abandonar el país.
"En hora buena",
y lo próximo que supimos, al cabo de algunos días de navegación,
era que estábamos a la cuadra del puerto de Salinas.

Bueno, nunca tan literal.
Igual hay que hacer turnos, tomar las alturas del sol cuando aparece entre las nubes, mantener el barco ordenado, cocinar...

Racalados en Salinas, a sacar los trapitos al sol.
En los puertos de veleros es bien visto ventilar las prendas íntimas durante las horas de calor.