La ley del “ojo por ojo” formaba parte de las leyes
que Dios dio a los israelitas mediante Moisés.
Además, Jesús la mencionó en el Sermón del Monte .
Según esta ley, el castigo que se imponía a un malhechor
tenía que ser proporcional al mal que había cometido.

La ley del “ojo por ojo” no daba permiso para vengarse.
Más bien, ayudaba a los jueces nombrados a imponer castigos apropiados,
ni demasiado severos ni demasiado blandos.


Esta ley también servía como medida disuasoria
para los que hicieran daño a otros de manera intencionada o estuvieran pensando en hacerlo.
Como la Ley misma explicaba,
quienes vieran cómo se ponía en práctica la justicia de Dios
tendrían miedo y nunca volverían a “hacer ninguna cosa mala como esta”
(Deuteronomio 19:20).

(Deuteronomio 19:20) Los que queden se enterarán y tendrán miedo,
y ellos no volverán a hacer algo tan malo como esto en medio de ti.