Al menos debieses poner atención tú, ya que destaqué la palabra que no cuadra, y ni siquiera lo percibiste.
Pero, en fin, ese no es el punto.
No. Yo no se si es que existe o no un Dios creador.
No he afirmado nada acerca de los mitos judeo/cristianos, excepto que son mitos irracionales.
Te dejo con las reflexiones de Einstein, un creyente en un Dios como el de Spinoza, reflexiones que comparto:
La palabra Dios es para mí nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero aún primitivas, leyendas que de cualquier manera son bastante infantiles. No hay interpretación, sin importar cuán sutil, que pueda cambiar esto para mí. Para mí la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de la superstición más infantil.
Última edición por doonga; 06-ago.-2019 a las 16:55
Jamás comprenderás la inmensidad de La Nada.
En el post 1 transcribí bastantes versículos en los que era evidente que la segunda venida de Jesús era casi inmediata.
Han pasado 2000 años, y nada de nada.
Si un día se abrieran los cielos, y una potente voz dijera: “No sigáis esperando. No habrá segunda venida”, sucedería lo que el chiste que pongo a continuación.
Espero os haga sonreír. Con eso me conformo.
Cuatro rabinos acostumbraban a discutir de teología, y tres de ellos estaban siempre de acuerdo contra el cuarto. Un día, el cuarto rabino, cansado de perder siempre en las discusiones contra los otros tres, decidió apelar a la autoridad de una instancia superior.
— ¡Oh, Dios mío! —exclamó—. ¡En el fondo de mi corazón sé que yo estoy en lo cierto y que los demás se equivocan! ¡Por favor, mándame una señal para que pueda probárselo!
Era un día bonito y soleado. En cuanto el rabino acabó de recitar sus plegarias, un nubarrón cruzó el cielo y se colocó sobre los cuatro rabinos.
Retumbó una vez y desapareció.
— ¡Es una señal divina! ¿Lo veis? ¡Tengo razón, lo sabía!
Pero los otros no dieron su brazo a torcer, aduciendo que, incluso en los días más espléndidos, se formaban nubarrones.
Así que el rabino rezó de nuevo.
—Oh, Dios mío, necesito una señal más grande para demostrarles que tengo la razón y ellos no. ¡Te lo ruego, Señor, una señal más grande!
En esta ocasión, aparecieron cuatro nubarrones, se precipitaron unos sobre otros hasta formar un nubarrón muy grande, y un relámpago partió en dos un árbol de una colina cercana.
— ¡Ya os dije que tenía razón! —gritó el rabino, pero sus amigos
insistieron en que no había ocurrido nada que no se pudiera explicar por causas naturales.
El rabino estaba meditando las palabras con las que rogarle a Dios que le mandara una señal muy, muy grande, pero en cuanto dijo: «Oh, Dios mío…», el cielo se puso gris como panza de burra, la tierra se sacudió y una voz profunda y atronadora pronunció: « ¡Él tieeeeene razóóóón!».
El rabino se puso en jarras, se volvió hacia los demás y les dijo:
— ¿Y ahora, qué?
— ¿Qué de qué? — respondió uno de los otros rabinos, encogiéndose de hombros—. Ahora somos tres contra dos.
La Verdad nos hará libres.
Después de la muerte ¿Qué sucede?
Muchos pensamos que todo acaba ahí. Un sueño eterno.
Muchos piensan que hay otra vida: Cielo con Dios: Infierno con Satanás.
También podría haber una tercera posibilidad.
Sí hay vida más allá. Pero Dios no existe.
¿Os imagináis vagando sin rumbo por la nada, por toda la eternidad?
Así suelen terminar los cuentos de los que pretendieron alcanzar sueños imposibles.
La Verdad nos hará libres.