Jesús murió para que obtuviéramos “el perdón de nuestros pecados” (Colosenses 1:14).

Dios hizo a Adán —el primer ser humano— perfecto, libre de pecado.
Pero él decidió desobedecer a Dios, o pecar.
Eso tuvo graves consecuencias para sus descendientes.
La Biblia explica que por la desobediencia de un solo hombre, todos hemos llegado a ser pecadores (Romanos 5:19).