He estado leyendo sobre las dificultades de los historiadores para poder llegar un acuerdo de lo que realmente está consensuado como cierto.
Aún así, los historiadores, plantean que no puede ser tomada como una verdad absoluta.

La fe del cristianismo no forma parte de las conclusiones. No es que cada uno no pueda ver según su fe la reafirmación de sus creencias.
Estas conclusiones nada tienen que ver con la fe, y es lo que los historiadores han podido aceptar como histórico:

-Jesús creció en Nazaret de Galilea. El nacimiento en Belén está testimoniado sólo en los capítulos 1 y 2 de los Evangelios de Mateo
y Lucas, y probablemente es un intento de acomodar el nacimiento de Jesús a la profecía de Miqueas.

-Perteneció a una familia numerosa. Los hermanos y hermanas de
Jesús citados en Mc 6, 3 —«¿No es éste el carpintero, el hijo
de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él»— son probablemente auténticos hermanos carnales.
Los autores del Nuevo Testamento —y prácticamente toda la
Iglesia primitiva hasta mediados del siglo III— no tienen otro interés que señalar el nacimiento milagroso y virginal de Jesús. El
resto de la vida de María y José no les interesa por sí mismo, por
lo que suponen que formaban un matrimonio normal.

-Fue un individuo profundamente religioso. La personalidad de Jesús
fue intensa y entusiásticamente religiosa, moldeada por la fe del
Israel de su tiempo.

-Su religiosidad fue plenamente judía. Jesús se atiene a las creencias
y prácticas religiosas de su pueblo: observancia de fiestas, frecuentación de sinagogas, aceptación de los ritos sacrificiales del
Templo, estima y profunda devoción hacia la ley de Moisés como fundamento de su patrimonio religioso y cultural.

-Fue atraído por la personalidad de Juan Bautista y por su mensaje
religioso. Fue bautizado, ya en su madurez, por éste.
Jesús tomó de Juan Bautista algunos de los principales motivos de su
predicación. La enseñanza y el marco religioso del Bautista forman la estructura básica de la primera autocomprensión religiosa de Jesús. Ello nos sirve para situar a éste en el contexto de una tensa espera en la venida de un inminente juicio divino sobre Israel.

-Reunió un grupo de discípulos, cuyo núcleo estuvo compuesto de doce. Es
muy posible que este grupo tuviera un significado simbólico y representara a las doce tribus de Israel por el momento dispersas, pero a la que Dios iba a restaurar dentro del marco de la inminente llegada de su Reino.

-Habló y actuó con el convencimiento de ser un profeta, el portavoz o heraldo de Dios para los momentos finales de este mundo. La inspiración
de su talante profético procedía de la creencia en su especial contacto con Dios dentro del marco de la Alianza del pueblo judío
con Dios, manifestada en la Ley y los Profetas.

-Utilizó en su predicación un lenguaje directo, accesible al pueblo, caracterizado por imágenes hiperbólicas y parábolas persuasivas. Fue
visto por el pueblo como un maestro, en hebreo rab, rabino, de la Ley.

-El centro y la razón de ser de su predicación fue el anuncio de la venida del Reino de Dios. Su concepción de este Reino —cuyas características básicas no explica porque las da por supuestas, comprendidas y aceptadas por él mismo y por sus oyentes— fue muy parecida a la transmitida por la tradición profética del Antiguo Testamento y por la piedad general del Israel de su tiempo.

-Jesús ciñó su predicación a Israel y no fue ningún predicador universalista, es decir, se sintió enviado a predicar sólo a las «ovejas perdidas» de la casa de Israel.

-Se dirigió de forma especial a los pecadores. Precisamente por orientar su predicación a todo Israel, Jesús centró su atención en los sujetos marginales necesitados de salvación desde un punto de vista religioso, es decir, en los individuos por muchos considerados transgresores de la Torah o ley de Moisés: también a ellos se les brindaba una oportunidad de conversión a un Dios Padre dispuesto a perdonarlos y admitirlos en su Reino tras el arrepentimiento.

-Comprendió el Reino de Dios —cuya venida anunciaba como una realidad de carácter integral— como una entidad no meramente espiritual. Por ello su mensaje tenía implicaciones materiales y políticas.
La concepción integral del Reino implica bienes materiales y
espirituales en la tierra de Israel —no en un paraíso ultramundano— renovada por la mano divina.

-El que Jesús no instigase a la rebelión armada no significa que
su mensaje careciese de implicaciones sociopolíticas, ya que la
irrupción del Reino entrañaría la desaparición de todo dominio
pagano y la instauración en Israel de un nuevo régimen cuya
«Constitución» sería la ley de Moisés, entendida en su esencia
más profunda. En este Reino no tendrían cabida los pecadores
judíos no convertidos, y los paganos en general.

-Anunció el establecimiento del Reino de Dios en un futuro próximo. No
es seguro que Jesús pusiera un plazo al desenlace escatológico,
pero sí que manifestó su esperanza en que éste habría de llegar
en un futuro próximo.

-Se expresó en ocasiones como si en su propia acción hubiera ya signos
de la venida del Reino de Dios. Unos pocos dichos de Jesús —especialmente en Lucas y Mateo— parecen referirse al Reino no
como una entidad únicamente futura, sino como una realidad que
está irrumpiendo en el presente.

-El Reino de Dios predicado por Jesús incluía la idea de un juicio, que implicaba tanto la salvación de unos como la condenación de otros.
El anuncio del juicio escatológico —con su doble dimensión, gozosa y terrible— forma parte integrante de la proclamación de Jesús. Es decir, Jesús proclamaba no sólo un mensaje de salvación, sino también la condenación de los no creyentes en el Reino.

-Realizó acciones que tanto él como algunos de sus contemporáneos consideraron extraordinarias, como exorcismos y curaciones. Es decir, Jesús fue un taumaturgo, un realizador de acciones extraordinarias
que sus seguidores y otras personas de fuera consideraron milagrosas. Probablemente sus milagros se restringieron a las sanaciones y exorcismos.

-Antepuso los aspectos morales a los rituales. En la enseñanza de Jesús
el culto judío no es abolido, pero queda postergado ante los aspectos éticos. Su crítica del legalismo autocomplaciente y la concesión de primacía a la pureza interna, la misericordia y el amor
—al pobre, al prójimo— sobre el sacrificio están en continuidad con el espíritu del profetismo bíblico, que usa estas ideas como principios críticos para interpretar la Ley. Ello supone, por ejemplo, que no eliminó la distinción fundamental entre lo «puro e impuro», sino que la interpretó en su sentido más esencial y profundo.

-Radicalizó la Torah, o Ley, si bien en tal radicalización permanece el
marco de aquélla. Con otras palabras: Jesús no quebrantó ni abrogó la ley de Moisés. La piedad y el entusiasmo escatológico de Jesús permiten explicar su actitud respecto a la Ley, que es al mismo tiempo de fidelidad y radicalización. Jesús se limitó a discutir el verdadero significado de la Ley, a profundizarla, a veces para endurecerla en sentido rigorista. Jesús no pretendió fundar una religión nueva.

-Mantuvo polémicas con otros grupos religiosos de su tiempo, aunque este conflicto tiene lugar en el seno de acuerdos básicos en el marco de la
común religión judía. La intensidad del conflicto de Jesús con algunos contemporáneos —por ejemplo fariseos— ha sido muy
exagerada en los Evangelios a la luz de disputas posteriores, y con
el interés de presentar al Maestro como abanderado de la separación respecto al judaísmo que estaba teniendo lugar durante la
composición de los Evangelios, especialmente el de Mateo.

-Desde Galilea, Jesús acudió a Jerusalén en la Pascua de su último
año de vida (hacia el año 30 d.C.), fuera para celebrar la fiesta, para
predicar o en espera de la instauración del Reino, aunque no para morir. Jesús no anunció su muerte de manera programática. Tales anuncios son inserciones posteriores en los Evangelios, como se deduce del comportamiento de los discípulos y de Jesús mismo en el relato de la Pasión.

-Protagonizó un incidente en el Templo. Aunque es incierto el sentido
de la acción —¿limpieza cultual simbólica y profética de la futura restauración de Israel y del Templo mismo?—, la intervención en el santuario fue ejercida con cierta violencia y conllevó el impedimento temporal de la actividad comercial que debía realizarse para llevar a cabo los sacrificios.

-Jesús fue arrestado —y decidida su ejecución— por motivos de índole
sociopolítica. Deben ser descartadas como razones suficientes de
la ejecución causas morales y religiosas, por ejemplo que era un
blasfemo o que se proclamó mesías. La acción en el Templo en
el delicado periodo de una fiesta religiosa de importancia hizo
temer peligros mayores a las autoridades de Jerusalén.
Ante todo, era temible para las autoridades, tanto judías como romanas, el anuncio del establecimiento inminente del Reino, y el que Jesús contara con un buen grupo de seguidores, algunos de los cuales estaban armados. Lo que motivó la detención y ejecución de Jesús como «rey de los judíos» fue el peligro que para el orden público suponían su acción en el Templo y las implicaciones políticas de su mensaje.

-Murió en tiempos de Tiberio, crucificado junto a varios bandoleros por
los romanos. La muerte agravada en cruz estaba destinada a esclavos huidos o recalcitrantes y a rebeldes políticos contra el Imperio.