Algunas veces, solo algunas veces tengo ante mi una mujer. Y siento deseo de abrazarla. No necesariamente es hermosa. No necesariamente me he afanado en que este ahi, frente a mi; algunas veces simplemente la vida cotudiana o la laboral la ponen ahi.

Entonces empieza la batalla. Entre el solitario empedernido, necio; quien disfruta de estar alejado de estos a veces tan fastidiosos humanos. Contra el sediento de cariño y compañia; el hambriento por un beso, el sediento de un agua de vida; el moribundo por hipotermia que anhela el calor de un abrazo de mujer.

Y ¿quien sale triunfante?.

En esto no hay triunfos. Todo es perder; lo es para gente asi que vive su vida cual si fuese un sueño. O que solo sueña que vive. Y que en ese sueño se cree inmune al hambre, la sed, el frio. Habituado al dolor de la soledad, cual dulce chocolate amargo.

Una batalla perenne, con esporadicas derrotas amargas, y otras veces dulces efimeros placeres. Su vida; la del que sueña.