Era una mañana gris, salí a la calle y sentí el viento frío. Miré a las nubes, una serie de nubes aborregadas y compactas.

Al final de la calle el parque; hasta el cual caminé. Los arboles se mecían, arrojando gotas de rocío en su movimiento. Me interné entre la vegetación frondosa, de lo que ahora parecía ser un bosque; pero que seguía siendo un parque, puesto que tenía bancas verdes de metal.

En una de esas bancas estabas tú. Vestias un vestido gris, indescriptible; y mirabas hacia el horizonte, y hacia las nubes. "Un lindo día, ¿no es cierto?" te dije. Me miraste, y luego volviste a mirar las nubes y el horizonte.

Sentados, uno al lado del otro, sentíamos el viento frío, mirábamos pasar un cúmulo de nubes aborregadas, seguido de otra manada de nubes grises.

El tiempo pasó, y no pronunciamos palabras.

El sueño tenía que terminar, como debe de ser; me levanté para marcharme a la realidad, pero felíz de al fin haberte encontrado.

Ya se ahora en donde estás, y siempre, siempre volveré a ese lugar. Ese será mi sueño recurrente, por los dias que me quedan por vivir, los que sean.