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caminante275
Esta doctrina de la doble naturaleza de Jesús trasciende el horizonte de la experiencia y la imaginación humana; se trata de un misterio.
La encarnación del Hijo de Dios está descripta en Filipenses 2:6-8 como una humillación de sí mismo: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz".
Jesús compartió con los hombres todo el espectro de las sensaciones físicas y psíquicas. Como ser humano tenía un cuerpo y sus respectivas necesidades. Lucas 2:52 informa que Jesús crecía en sabiduría, estatura y gracia para con Dios y los hombres. Se alegró con los felices en la boda de Caná. Sufrió con los tristes y lloró cuando Lázaro había muerto. Tuvo hambre cuando estaba en el desierto; tuvo sed cuando llegó a la fuente de Jacob. Padeció el dolor bajo los azotes de los soldados. Cuando estuvo frente a la muerte en la cruz, confesó: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mt. 26:38).
Jesucristo es realmente verdadero hombre; lo afirma Hebreos 4:15. Aquí al mismo tiempo se destaca la diferencia con todos los demás hombres: Él no tiene pecado.
En la misma medida, Jesucristo es verdadero Dios.
La Sagrada Escritura da fe de que Jesucristo es el Hijo de Dios y también de que es Dios. En el Bautismo de Jesús se oyó una voz de los cielos: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mt. 3:17). También en la transfiguración, el Padre enfatizó que Jesús es el Hijo de Dios, indicando que a Él hay que oír (Mt. 17:5).
Las palabras de Jesús: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Jn. 6:44) y “Nadie viene al Padre, sino por mí" (Jn. 14:6) expresan que Dios, el Padre, y Dios, el Hijo, tienen la misma autoridad divina. El Padre trae al hombre hacia el Hijo, y el Hijo lleva al hombre hacia el Padre.
Sólo como verdadero Dios Jesucristo pudo afirmar: “Yo y el Padre uno somos" (Jn. 10:30), expresando en un lenguaje simple que es de la misma naturaleza que el Padre.
Otros pasajes bíblicos que dan prueba de que Jesucristo es verdadero Dios son los siguientes:
la forma de proceder de los Apóstoles después de la ascensión: “Ellos, después de haberle adorado [a Jesucristo], volvieron" (Lc. 24:52);
lo expresado en Juan 1:18: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer";
lo manifestado por el Apóstol Tomás después de haber visto al Resucitado: “¡Señor mío, y Dios mío!" (Jn. 20:28);
la confesión de la naturaleza de Cristo en el himno a Cristo: “En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2:9);
el testimonio de 1 Juan 5:20: “Y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna";
la afirmación: “Dios fue manifestado en carne" (1 Ti. 3:16).