Mi infancia transcurrió en los años 80; en aquellos tiempos se vivían como cotidianas muchas situaciones que en realidad entrañaban tales riesgos que sería impensable que se produjeran en la actualidad —y de hacerlo, pondrían en serios aprietos a los padres.
Tanto la forma de educar, como la legislación y la tecnología, han cambiado, por lo que la mayoría de estas situaciones de mi infancia, resultarían totalmente extrañas a los niños de hoy. Aquí pongo algunos ejemplos de ellas.
1.- Bajar solo a jugar a la calle.
Por las tardes, era común reunirme con otros niños vecinos para jugar diferentes juegos en la calle y ahora, en gran parte debido a la inseguridad, en mi ciudad es difícil ver estas escenas (salvo dentro de una urbanización cerrada/condominio privado o en un pueblo pequeño).
2.- No usar el cinturón de seguridad en el coche.
Básicamente, porque muchos coches ni lo tenían y supongo que además porque no era obligatorio su uso (si acaso, sólo eran obligatorios en los asientos delanteros o al viajar en carretera).
3.- Ir apretujados en la parte de atrás del coche.
Bien apretujados en los asientos de atrás podían caber cuatro personas adultas, más un par de niños sentados sobre las rodillas, o un montón de niños amontonados y sin el cinturón de seguridad (recuerdo que nosotros íbamos hasta 8 niños en el asiento de atrás, sentados unos sobre otros).
4.- No usar portabebés ni sillitas de seguridad en el coche.
Yo jamás tuve una sillita en el coche porque en aquellos años su uso no estaba extendido. Ahora parece impensable montar a un niño, y menos a un bebé, en un coche sin el portabebé o la sillita adecuada, además de que acarrea multas.
5.- Los adultos fumaban delante de los niños y de las embarazadas.
En casa, en el coche, en reuniones familiares, en cualquier lugar público, los adultos fumaban delante de ti porque no había tanta concienciación sobre el tabaquismo ni había legislación que lo prohibiera.
6.- Los adultos enviaban a los niños a comprarles tabaco y alcohol.
De cuando en cuando algún familiar te enviaba a por una cajetilla de tabaco o a comprar cerveza o vino (mi abuelo solía enviar a mi hermano a comprarle cigarros) hoy, la legislación prohíbe la venta de alcohol y cigarros a los menores de edad.
7.- En la playa no te ponían protector solar.
O no se usaba nada o casi peor, crema Nivea del tarro azul. Así acababas, con arena pegada por todo el cuerpo y más rojo que un cangrejo, pero nadie se preocupaba por los efectos dañinos de los rayos UV, ni el cáncer de piel, ni las arrugas ni nada.
8.- Te dejaban jugar con el termómetro de mercurio.
Y si se rompía era mucho más divertido, porque se formaban bolitas, que disfrutaba mucho aplastando. Hoy se sabe que el mercurio es altamente tóxico y en varios países incluso está prohibida la venta de estos termómetros por dicha razón.
9.- Comías muchísima azúcar refinada.
En ese tiempo no se sabía lo que hoy se sabe sobre lo dañina que es el azúcar refinada para el cuerpo y su incidencia en la obesidad infantil (que por cierto en aquellos tiempos no era un problema de salud pública como lo es hoy en día, había pocos niños obesos) y todo se endulzaba con este tipo de azúcar.
10.- Cargar con un montón de peso en la mochila.
A cada libro de cada materia/asignatura había que sumar el correspondiente cuaderno, más el estuche, la flauta, la escuadra, el compás... Todo eso sobre los hombros. Por aquel entonces no había mochilas con ruedas ni existían las ipads/tablets en lugar de libros de texto para dar clase.
11.- Jugar con luces de bengala y quemar cohetes.
Hoy, están prohibidas.
12.- Nalgadas y coscorrones disciplinarios.
Recibir una nalgada o un coscorrón incluso en un lugar público era lo más normal cuando nos portábamos mal y no era necesario llamar a la policía ni llevar al niño a terapia psicológica ni nadie acusaba a los padres de violencia infantil por disciplinar a sus hijos de esa forma (dentro de límites razonables, claro).
Y bueno, sobreviví.