“Cuenta una vieja leyenda etíope que un pastor de nombre Kaldi notó que sus cabras estaban agitadas y muy activas cuando comían de las bayas rojas de un arbolillo. Él le llevó bayas al monje de un templo vecino que preparó con ellas una infusión para sus monjes con la cual constató el mismo estado de vigilia y actividad. La infusión preparada tenía un sabor terrible, así que todo fue lanzado al fuego. Las semillas de las bayas se fueron secando y tostando y, mientras eso ocurría, un aroma sutil y agradable invadió toda la habitación. Así, el monje volvió a experimentar con aquellos granos quemados y preparó una nueva infusión, el resultado fue el café”



Tomando contigo un café,
saboreando a sorbos tu sonrisa,
disfrutándola sin prisa,
llevando en mi piel tu sabor,
y el almíbar de tu esencia...en mi corazón!

De la red