4.1 El precio del pecado

Este punto de la verdad de Dios es crucial en cuanto a que concierne a TODA LA HUMANIDAD, pues ante la santidad de Dios todos somos pecadores:

Ro.3: 21Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, ...

Pero aclaremos de una buena vez qué es <pecado> ya que en la conciencia humana está la noción empírica de que es una conducta sancionada por la ley de Dios, o una actitud sancionada por la palabra de Cristo, según se entiende de ambos casos en estas palabras de nuestro Señor Jesucristo:

Mt, 5; 27Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Es evidente que la ley señala la conducta, pero Cristo señala la intención como pecaminosa, y es que ambas son consecuentes, o sea como dice la jerga legal “no existe crimen sin intención” o que (hay “Mensrrea”) entonces si ambas son relevantes, ¿cual se sanciona específicamente si el uno no existe sin el otro? El Señor lo aclaró cuando dijo: si tu ojo = causante de la concupiscencia o tu mano = causante del hecho concreto, te son OCASIÓN DE CAER ...sácalo o córtala; suena drástico y nadie lo ha hecho jamás, creo, pero considerando una eternidad en el infierno, pienso que así sencillamente optamos por el menor de los males.

Pero si en ambos casos tan solo se quiere prevenir la OCASIÓN DE CAER, la cuestión es ¿caer en qué? Pues naturalmente en el pecado y posteriormente en condenación, entonces ¿qué es el pecado sancionado con el infierno mismo? Es pues sencilla la respuesta:

I Jn. 3: 4Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.

He aquí la respuesta, la intención o conducta pecaminosa son tan solo la OCASIÓN de transgredir la LEY de Dios, o sea que el pecado es traspasar toda la Ley misma, ya que es santa como Santo es el Legislador; En los tribunales humanos aún, se sostiene este criterio al especificar el cargo que pende sobre el acusado, o sea la ley que ha transgredido, lo que se cuestiona es probar la culpabilidad o inocencia, esto exponiendo los antecedentes, móvil, alevosía, etc. atenuantes que vienen a ser la OCASIÓN del crimen en si, para determinar la penalidad; en el caso de la Ley de Dios no existe deliberación, pues él lo sabe todo y si Dios ha decretado el infierno para los transgresores de su Ley, el juicio es justo y cabal.

Más de uno compara pecados y asume que unos son más pecadores que otros, pero la cuestión es que con más o menos pecados lo mismo se transgrede la perfecta Ley de Dios, esto no es del agrado de los religiosos ascéticos, y la escritura también lo menciona:

Ro. 4: 15Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

Por esto también vemos que hay millones de cosas que no sanciona la Ley de Dios, y que son legitimas en la individualidad e incluso por la cultura a la que se pertenece, aunque estas pueden ser parte de un proceso que terminará en alguna forma de transgredir la Divina Ley, sin mediar si se la conoce o no.

Entonces comprendemos porqué es que se lapidaba a los transgresores de la Ley de Moisés hasta los días del Señor Jesucristo, no se castigaba un hecho, sino el haber ofendido el Santo mandamiento de Dios, dejando claro que el respeto a la Ley de Dios era el objetivo, antes de pensar si este o aquel “pecadillo” puede justificarse por alguna moral o ética de situación.

Consecuentemente con el hecho de que <donde no hay ley, tampoco hay transgresión.> el diluvio de los días de Noé no sancionó la transgresión a la Ley porque aún no había sido dada a la humanidad, sino que allí si, se castigó los hechos concretos de la gente que se hundió en la maldad, haciendo patente la necesidad en el hombre de poseer una legislación más alta que él mismo, siendo así es que Dios procedió a darnos su Ley, ante el fracaso del hombre legislándose así mismo.

Gn. 6: 5Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.