VIRTUD, VICIO Y PASIÒN

No existe una virtud con mèritos especiales. Todas las virtudes son meritorias porque son una clara señal de nuestro progreso en el largo camino de la perfecciòn espiritual.

Las virtudes son triunfos sobre las muchas inclinaciones, y son sublimes cuando no anteponemos el interès personal por el interès colectivo en todos nuestros actos.
Seamos virtuosos con nuestras acciones, pero no nos equivoquemos porque muchas veces, al hacer algo, ya tenemos el pensamiento de conseguir pago por las buenas acciones que hacemos. En varias oportunidades he escuchado decir a muchos religiosos practicantes y a muchos “espirituales”, cosas como: ¡Acuèrdate del favor que me debes!, o, ¡A ti no se te agradece ningùn favor!
Los primeros son los “virtuosos” que hacen favores pensando en que se los paguen. Los segundos son pedidores compulsivos de favores.

La virtud se mide cuando nuestros actos son buenos, sinceros, y sobre todo: JUSTOS.
El interès personal es como el cobre pulido que no resiste el brillo con el tiempo, y es opacado.
Asì seràn nuestros actos interesados, brillante ante los hombres, pero fatalmente opacos e inútiles en nuestro camino a la perfecciòn.

El apego desmedido a las cosas materiales no nos hace virtuosos. La virtud es elevación espiritual, depuración moral, y el hombre que se apega a los bienes es un imperfecto, y màs que eso, atrasado, diria yo. El apegado o materializado no tiene conciencia de su progreso porque ese apego a lo material va a mantener al espìritu, una vez desencarnado, anclado a este plano material, encadenado a las cosas del mundo que el espìritu ya no necesita.
Muchas veces, tan fervientemente ligado a lo material, que desde el mundo espiritual se convierte en obsesor, vampirizando a los encarnados para seguir apegado y disfrutando de lo material.

Los vicios son otras de las consecuencias de nuestro estado de imperfección espiritual.
Sabemos que la vida fìsica es una concesiòn del Creador para que a travès de la reencarnación, aprendamos, nos purifiquemos y paguemos deudas; y para que una vez ya purificados, vengamos a enseñar, debemos ser extremadamente celosos con la conservación del cuerpo y no terminar su ciclo de vida con el suicidio, ni acortarlo con los vicios, porque para la Ley de Dios, el vicio es un suicidio lento.

¿Qué somos tentados por las propagandas de vicios presentadas como “placeres” como el fumar y beber, que ocupan un gran porcentaje de la publicidad difundida por prensa, radio y televisión? ¡Eso no es una disculpa! No achaquemos nuestras flaquezas a otros. La voluntad hay que ejercitarla, y hacièndolo, ponemos a prueba nuestra naturaleza espiritual, allì, donde màs abundan las flaquezas.

La mayorìa de las personas, para disculpar sus vicios, incluyendo el de comer, tratan de justificarlos, diciendo: ¡Yo gozo la vida! Sì, como no. Con esa “gozadera” se estàn privando de años de vida fìsica que lamentablemente tendràn que venir a saldar. Esa es la explicación justificativa de tandas muertes de infantes, de niños y de jóvenes. No como muchos creen, por capricho de Dios, sino por Ley de Causas y Efectos.

Las pasiones son otro de los medidores de nuestro atraso espiritual. Es: El exceso unido a la voluntad.
Las pasiones estàn en la naturaleza del ser, pero hay que saberlas gobernar y no dejarnos llevar por ellas como caballo desbocado. Cuando la pasiòn domina, hay imperfección espiritual. Cuando la pasiòn es dominada hay adelanto. Pero, ¿què es en si la pasiòn? Es la exageración de una necesidad o de un sentimiento. No es la causa lo malo sino el exceso, ya que ese exceso perjudica a otros , a la vez que nos perjudica.
Mientras las pasiones nos ubican en un punto de progreso espiritual desfavorable, nos ponen lejos de un punto espiritual de progreso positivo.

Para el dominio de la naturaleza corporal que se excede causando las pasiones, lo mejor es la voluntad. No hay mucha o poca voluntad. La fuerza de la voluntad està regulada por la sinceridad o insinceridad de dominar las pasiones. Estamos a gusto con ellas por nuestro atraso espiritual, y por eso no tenemos voluntad para dejarlas.

Todos los males y vicios radican en el egoìsmo que es el càncer del espìritu. Harto difícil de desarraigar pero que, con conciencia de progreso, tarde o temprano eliminamos.

La ùnica manera en que un espìritu prueba y demuestra su elevación, es cuando todos los actos de su vida estàn regidos por el cumplimiento de las Leyes Naturales universales. ¡Eso es conciencia de progreso espiritual!

Pròximo escrito en este mismo tema: JUSTICIA, AMOR Y CARIDAD.