Este otoño es viejo, taciturno,
abrumado de luces que nacen huecas,
solitario, sombrío, sin un ayer que recordar,
solo con un futuro que no llegará jamás.
Caminamos sobre sus hojas pardas,
las pisamos y las olvidamos,
como olvidamos el perdón y la esperanza.
Respiramos su aire frío,
lleno de canciones sordas,
y nos hacen recordar que somos polvo
y no un recuerdo eterno dentro de una mirada fija.
Caminamos bajo sus nubes grises
y sus lunas lejanas, como sueños idos,
somos sus prisioneros, sus esclavos,
bailamos bajo su sombra y su mirada,
mientras soñamos con la primavera,
que está tan distante y tan inalcanzable,
es solo un sueño roto, un muñeco desmembrado.
Aún así, transitamos por tu nostalgia,
con pasos cortos y aburridos,
bajo tu lluvia y tu ventisca,
mirando hacia el horizonte, con ojos ciegos,
el corazón mojado y la idea estéril
de iniciar un nuevo ciclo.

Parzival