Viajeros de la prehistoria.
La capacidad de manejar el fuego, tal vez llevarlo, y luego encenderlo, iba a ser poco a poco de una importancia fundamental no sólo para defenderse de los animales nocturnos, para cocinar los alimentos, para reunirse alrededor del hogar, para distribuir los frutos de la caza y para hablar (desarrollando de esa manera el lenguaje y la comunicación): sino que el dominio del fuego debía revelarse de vital importancia también por otro aspecto de la evolución humana: la migración.
De hecho, alejarse de los climas cálidos de África, al igual que el Homo erectus y comenzar a viajar por el mundo, hacia el norte, entre los climas màs fríos de Europa, significaba hacer frente a una situación totalmente nueva, que tal vez sólo el fuego podía permitir superar. Trazas de migración a tierras lejanas se encontraron hoy muchas; que resalen a tiempos remotos. En Marsella, por ejemplo, hace 750.000 años. En Isernia, en el mismo período. En Pekín y de Java, un poco más tarde. Frente a estos viajes increíbles, por supuesto, nos quedamos atónitos.
¿Cómo podìan hombres tan primitivos (con o sin fuego) hacer viajes tan largos? ¿Cómo era posible caminar desde África hasta China o Indonesia?
Probablemente visto de esta manera el problema està mal planteado. En aquel tiempo, de hecho, no estaban los Marco Polo, que viajavan por negocios o por curiosidad cultural. Sólo habìan bandas nómades que se movían siguiendo la carne de caza o escapando de la sequía. Y, dado el larguísimo tiempo disponible (cientos de miles de años, o millones de años), el camino que se podía recorrer era realmente mucho.
Hay, en este sentido, un pequeño cálculo significativo: en el supuesto de que un individuo se mueva de tan sólo cien metros al año, ¿sabéis cuanto camino podría recorrer en un millón de años? El equivalente a dos veces y media del mundo ... Caminos han recorrido muchos nuestros antepasados, en todas las épocas. Si los primeros Homo erectus no bromeaban, con sus viajes a pie de un continente a otro, tampoco sus descendientes fueron menos. Los registros fósiles demuestran que el hombre prehistórico tenía, en cierto sentido, la vocación del emigrante. Y que en algún momento estas migraciones no fueron màs hechas sólo por pequeños grupos, sino de enteras poblaciones.
Los huesos, dientes, mandíbulas, cráneos suelen contar la historia de nuestros antepasados en marcha y también nos dan una idea de cómo se comenzó a difundir sobre la Tierra. Pero hoy hay otro método para la identificación de estas migraciones y para tratar de rehacer un mapa: un método biológico. Además del estudio de los huesos de los muertos se està ahora desarrollando el estudio de las células de los vivos. O sea que se hizo posible, con ciertas técnicas, penetrar en el núcleo de la célula y comenzar a leer los cromosomas como si fueran libros de historia. En nuestros cromosomas, si nos fijamos bien, aún se pueden encontrar hoy las huellas del pasaje de antiguas poblaciones, o de algunas grandes migraciones humanas. Es una nueva técnica de gran interés. Los principales investigadores en este campo son italianos. Vamos a ver de qué se trata.
La prehistoria de los cromosomas (de Lorenzo Pinna)
El hombre de hoy vive en casi todas las regiones del planeta Tierra. Incluso en el Ártico y la Antártida algunas bases científicas, con sus investigadores, constituyen un puesto de avanzada humano en zonas de clima imposible para un ser viviente. La reconstrucción de la historia de todos estos movimientos y viajes del hombre sobre la superficie de la Tierra es muy sencilla si tenemos en cuenta sólo los últimos 500 años. Los grandes viajes de los navegantes para descubrir nuevas tierras, abrieron el camino, a partir del 1500, a gigantescas migraciones de hombres que han poblado enteros continentes. Caso emblemático el caso de América, ahora habitada por el 99 por ciento de hombres llegados en los últimos siglos de Europa, África y Asia. Pero antes que los grandes exploradores descubrieran América, Australia y las islas de la Polinesia, otros hombres muchos miles de años antes la habían ya encontrado y se habían establecido. En cierto sentido, la exploración de la Tierra, que se inició en el año 1500, es una segunda ronda del planeta.
¿Quién hizo la primera? ¿Y cuándo?
Por supuesto, los primeros homínidos, Homo habilis y Homo erectus, ya habían andado en África, Europa y Asia, sin embargo, sin ir tan lejos al norte como el Homo sapiens sapiens, o sea nosotros mismos. Y el continente americano también tuvo probablemente un solo colonizador: el hombre de nuestra especie.
¿Pero entonces, cuàndo entraron en la selva amazónica, para no salir nunca màs, por ejemplo, los Nambikwara? ¿Y de dónde venìan?
Esta cuestión podría ser repetida para los polinesios o los aborígenes de Australia. ¿Qué conocemos hoy en día de los viajes y de las migraciones de nuestros lejanos antepasados que, entre 50.000 y 30.000 años atrás, llevaron a nuestra especie a poblar la Tierra? En otras palabras, ¿dónde comenzó su viaje de aventuras el Homo sapiens sapiens: de una sola región o de varias regiones de todo el planeta?
Junto a los estudios arqueológicos, algunos de los métodos de hoy, en cierta manera sorprendentes, están empezando a mostrar los primeros resultados. Las excavaciones, en lugar de ocurrir en un área remota, tienen lugar dentro de nuestro cuerpo, en el ADN de nuestras células, el código genético: la larga molécula, es decir, que conserva toda la información necesaria para construir las estructuras de nuestro organismo. En este largo filamento, en un idioma bioquímico que los científicos de hoy en día están empezando a descifrar, no està escrito sólo el presente sino también el pasado. Las informaciones contenidas fueron dejadas por nuestros padres, los padres de nuestros padres y así sucesivamente. La larga molécula del ADN tiene entonces registrado los varios encuentros de genes que han tenido lugar en el tiempo, mediante la reproducción sexual.
Para reconstruir la historia de nuestros lejanos antepasados no es aun necesario de leer directamente el código genético. El ADN, de hecho, a través de una cadena molecular compleja, controla la construcción de las proteínas, los ladrillos básicos de nuestro cuerpo. Mediante el análisis de estas proteínas en diversas poblaciones, que por ejemplo, determinan los grupos sanguíneos, se puede saber si han habido migraciones y mezcla de genes. La radiación de un determinado patrimonio genético de una región indica una migración desde ese punto. Una primera aplicación de este método genético-estadístico, desarrollado por un equipo de investigadores italianos dirigidos por el profesor Cavalli Sforza y compuesta por Alberto Piazza y Giancarlo Menozzi, disolviò las dudas que aún existían entre los arqueólogos acerca de la propagación de la agricultura en Europa. Esta primera gran revolución tecnológica nació entre 10.000 y 8000 años atrás en Medio Oriente, y permitió aquel aumento de productividad y de riqueza que hizo posible el surgimiento de grandes civilizaciones como la egipcia y la asirio-babilones.
¿Pero còmo se difundiò en Europa? ¿Hubo una migración de los campesinos de Medio Oriente o simplemente estos campesinos fueron imitados por los pueblos europeos? En el caso de la migración, los patrimonios genéticos se habrìan mezclado, en el segundo, siguirìan siendo distintos.