Miss Hyde


Tal como me lo indico me acerque al espejo, primero abrí un ojo luego otro, la
otra seguía ahí impávida, su mirada era terrible, su gesto me llenaba de
angustia, cuando la vi con ambos ojos empecé a recordar, primero estaba la
niña que perdió la inocencia, luego la mujer que huía siempre sin dejar rastro
alguno, en medio de tales meditaciones arribo al espejo esa que me recordaba
las noches llenas de luz y música, aquella vez que nos dormimos en el tren,
cuando le perdí en las cumbres de maltrata, si, estaba en su carroza, en su
ataúd pero yo no estaba acostada con ella.

Juro que fue la otra, ella hizo el espejo pedazos, no aguanto la mirada
acusadora, esos ojos que la juzgaban, se niega a reconocer que existo, aun
no entiende que sin mi ella no es nada, sé que quiere eliminarme para
quedarse con la carcasa y hacer un nuevo comienzo, he sobrevivido a ella, a
sus excesos, a su dolor sordo, a su ira en las noches, a la manera como
destruye todo lo que me importa.

He intentado conciliar con ella, pero siempre me gana, cuando ve la guardia
baja se empieza a acomodar y no puedo moverle, por eso la callo, la amarro
contra la puerta de entrada, la limito a ciertas horas, a ciertas áreas, me rio
de ella cuando quiere actuar de manera civilizada y ella se ríe de mi cuando la
locura hace que baile, que grite, que llore, que busque, que añore.