Si se trata de confesar, no soy lo que esperan, suelo aparentar todo está bajo control mientras tengo cortas escenas de llanto en el sanitario, luego regreso con paso firme y actitud de nada a pasado, en las crisis incluso las familiares nada suelo demostrar, aprendí con las marcas del pasado en mis costillas ocuparme de lo inmediato evitando el precipicio, escondo el aroma de la culpa con un buen perfume marinado con tres o cuatro duchas todos los días.
Ya no hago exámenes, no me permito la aprobación, decline la redención en ese bar donde solía encontrar un poco de paz, deje de buscarle en sus letras, abandone las principales etiquetas al lado de las sentencias tan comunes como aquellos que me rodean.
Durara lo que debe durar, acabara cuando deba de hacerlo, la razón está sobrevaluada, lo único no sacrificable son estos momentos invaluables de demencia donde me permito escapar una y otra vez, guárdate pues los reproches, las puertas siempre están abiertas en ambos lados, todo principio tiene un fin, cada cosa que empieza al final debe concluir, se vive antes de y después, el vacio paulatinamente se vence.
No temo morir, me da terror vivir a la sombra de los sueños de otros….