R e c u e n t o . . .. .

Tenía un lugar seguro, pequeño, tibio donde siempre me esperaban, una estrella, dos brazos, esas mágicas manos, un reconfortante compas. El refugio de la tormenta, las llaves del cielo, tiempo fuera para los incesantes golpes de la bestia.

Un trozo de mojada tierra, gotas de olvido, unos dedos que curaban todo, trozos de plátano hervidos para desayunar y un plato de arroz para comer. Dos monedas para el barquero guardadas en el fondo del corazón, la perra totopa siempre a sus pies.

Quise preguntarle todo, pero ya no hubo tiempo, empezó a perder sus hojitas, se desvanecía cada noche, dejándome un trozo de carbón por defender. El dolor sigue siendo insoportable, me ahoga, aprisiona mi alma y desgarra las vísceras, lo que daría por volverla a ver, sentirla, escucharle.

Tuve todo y lo perdí con ella se fue mi humanidad.