Infierno
I
Hacia mucho frio, aun caminaba adormilada al tomar la cubeta el aro cedió el agua se desparramo enseguida, el animal se asusto y corrió despavorido cayendo de la segunda planta. Cuando bajo estaba vivo, luego partido. No sabia que hacer gruesas lagrimas escurrían por sus mejillas, volteo Él la miraba con ira le grito que bajara el cuerpo inerte obligándole a quitarle la piel. Se almaceno completo en el frigorífico, nunca más consumió carne de cordero.
II
Se repitió mentalmente todo lo que tenia que hacer, ellos seguían durmiendo dentro, se vistió entro a la cocina preparo el desayuno, cerro el grifo de la pileta, lleno el lavadero separando la ropa. el dolor de cabeza no cedía, deseo abrazar a la abuela para pedirle un par de “chiqueadores” de ruda con alcohol luego recordó que ella ya no estaba. Todos estaban sentados sirvió, mientras masticaba las quejas de lo que consumían, terminaron se fueron a seguir durmiendo, la rutina diaria, la pereza familiar reinaba.
III
Se quemo de nuevo, no se daba abasto en cuanto salía la carne se consumía, las verduras estaban intactas, apuro el asadero continuo aun con el dolor en la mano, quiso correr, pero no había donde, aun no sabia su destino, solo soñaba con grandes bocas que llenar en un festín de gula.
IV
Termino el dobladillo rondaban las tres de la madrugada, reviso todo, inventario la entrega, se lavó la cara, recostándose lentamente durmió un par de horas, gruesos golpes se escucharon abrió dando paso a la princesa cerro unos segundos los ojos, la vistió, peino y arreglo dejándola lista, no se canso de mirarse al espejo, olvidándose de agradecer. Vanidosa salió en medio de vaporosa esencia.
V
La abuela aún estaba tendida, acababa de limpiarla con un paño. Entonces llegaron sus descendientes directos, sacaron la vieja maquina de coser, los ahorros, sus pocas joyas, se los dividieron luego se marcharon, apretó los puños quería gritar, el abismo en su alma creció mucho ese día, lo alimento por noches enteras con alcohol. Nunca entendió su avaricia.
VI
Debería estar contenta, obtuvo la beca para seguir estudiando, ese valioso ingreso le ayudaría a reducir las extenuantes jornadas en la fábrica, una aguda descalificación se instalo a su alrededor, empezó con un descuidado comentario y continuo con burdos juicios, dejo de ir a estudiar por una semana, la angustia de liberar un poco de presión cedió se refugio en la tumba de ella con una anforita, sin duda la envidia corroe más que el ácido.
La VII en insano…