Una existencia conciente de serlo, se aprecia a sí misma desde un vector tiempo y sustancia, cuyo origen y calidad no pudo ser elegido por el observador, pero lo que sí es concluyente es que en el minuto presente de la observación, se está justo en el extremo de la trayectoria a la que se llegó de alguna manera, este es el instante en que se aprecia el espacio personal y universal que se está ocupando exclusivamente y desde el cual procederá a evaluar y definir su identidad, valores, patrimonio y dirección a la que se está moviendo, esto último por cierto tiende a replantear y reiniciar la marcha hacia el futuro personal, insertado ingratamente al del resto de las cosas y entidades de nuestro universo.

Pero aunque se negara ir al encuentro del devenir por tener este un alto grado de incertidumbre para la mayoría, esto mismo imperturbablemente sigue siendo un sentido al que se está yendo, aunque no se lo quiera aceptar, por ser algo supuestamente producto de nuestra sacrosanta libre determinación, que por cierto, a las consecuencias de ella no le importa, porque son el efecto de cada decisión y más bien la indecisión viene a ser de plano, una consecuencia de algo que inutiliza el albedrío.

De todas formas ninguna persona debería decir que su vida no tiene sentido pues no es así, lo que no se tiene casi siempre es conciencia de lo se es y que se está yendo arrastrado por la corriente de las muchedumbres que apenas pueden sacar la cabeza del tumulto para ver conque están por estrellarse o si están tomando una bifurcación que finalizará sus existencias prematuramente.