Ámame, ámame en todo momento.
Ámame aunque yo no lo haga.
Con amor bañado en sufrimiento,
hiérete con ese amor de daga.
Ámame así; triste y solitaria
como flor artificial en un vivero,
con pasión desconocida y diaria
ámame para que lo primero
que sientas cuando te enfrentes
cara a cara con la muerte,
sea el ardor que ahora sientes
y así, dejando tu cuerpo inerte
te irás sabiendo que bebiste
de esta vida hasta la última gota
¿Qué importa su sabor tan triste
si a cambio tu alma no estará rota?