Se trata de una piscina natural formada por las piedras justo al borde mismo del salto a unos 100 metros de altitud. De septiembre a diciembre, debido al bajo caudal del río Zambeze, es posible nadar con tranquilidad (más bien con seguridad, que la tranquilidad es ya cosa de cada uno) en ellas al borde de la catarata mismo.



No es la piscina más grande del mundo, pero quizá sí sea la más peligrosa de todas que se sepa. Aunque por las imágenes de gente sonriente que se baña en ellas e incluso se apoya en el propio salto, cualquiera lo diría.