De duelo

[Alena]

Camino hacia la ciudad de los muertos,
altos muros la resguardan,
viejas verjas la encierran,
sólo el viento entre ellas pasa, sólo el viento entre ellas suena.

Muere el día apagando la luz,
miro a mis pies andar el sendero,
entre cruces y ángeles, no existe el destino,
entre rezos y flores, va Hades marcando el camino.

Una foto desde el mármol sonrie,
otra apenas mira con ojos tristes,
un epitafio recuerda al ausente,
palabras en piedra desafiando al presente.

Desde el otro lado espera Caronte,
con la barca llena de luz y esperanza,
suspiros y lágrimas.
Mientras Cerbero vigilante y atento
entona un canto para todas las almas que embarcan

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Soledad,
Soledad del alma,
alada amiga de noches frías,
llenándolo todo, presente y silente.

Y eres tan sutil que a veces no te siento,
logras esconderte adentro, profundo,
entre sueños y gritos,
entre lágrimas y lamentos.

Pasas despacio cada día,
te detienes en las horas vacias.
Suspiras, respiras, tiemblas, meditas.

Soledad del alma, oscura compañera.
¿Estarás conmigo hasta que muera?

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Ya no lloro
globos oculares secos,
sin agua, desiertos.
No hay imágenes ni reflejos.

A veces una tormenta de arena,
a veces el viento, otras la lluvia.
Rebotan recuerdos extraños sobre el pavimento,
se ha roto el rosario del tiempo.

Ya no lloro, he dejado de hacerlo,
sólo el espejo partido me devuelve el rostro,
el que he olvidado, el que no recuerdo.

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Soy sin ser en la espera,
más allá de mi sólo el sueño.
Cierro mis ojos al tiempo,
se desprenden lágrimas de hielo.

Frio el corazón sonrie
con labios rojos de payaso.
No hay calor ni fuego
la fe cae y se abate sobre el suelo.

Arriba Satán complaciente mira.


Alena