He aprendido que mi vida
no es más que un espejismo.
¿Cuánto cuesta hallar la salida
del laberinto que es uno mismo?

La carne y sus sendas extrañas,
el vino incubando horrores,
la mentira derramando sus entrañas
donde otros sembraron sus flores.

La calle ofreciendo resguardo
entre sus luces, humo y ruido,
el suspiro, el beso y abrazo tardo
que pierden a quien allí ha huído.

La espera que a las estaciones
las conoce al derecho y al revés,
venas cortadas donde las ilusiones
tuvieron su torrente alguna vez.

Todo habla la lengua de la muerte,
todo del olvido es pertenencia,
dame la mano amor, tomame fuerte
y ruega conmigo al cielo por clemencia