La libertad no es un camino, es el camino.
¿Qué libertad es esa que nos obliga a elegir la libertad?
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.
En Sartre la libertad es una obligación, una responsabilidad.
Es un juego de palabras es cierto, pero hay contradicción, no eliges ser libre, sólo lo eres y esa es una carga muy pesada.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.
El cielo y el infierno; la luz y la oscuridad. Generalmente se piensa en el infierno
como un lugar terrible repleto de suplicios. Un lugar donde los condenados son
sometidos a los peores vejámenes físicos. Una eterna y gigantesca sala de
torturas.
En A puerta cerrada, Jean-Paul Sartre nos ofrece una idea diferente: el infierno
como una habitación donde tres desconocidos son condenados a vivir
eternamente, sin poder dormir, sin siquiera poder papadear. No hay torturas ni
verdugos, sólo tres personas obligadas a permanecer allí para siempre.