Hola:
filosofar es parte del ser humano y se logra mejor cuando màs argumentos poseo para hacerlo. Los argumentos que se forman en mi mente los conozco sòlo yo y nadie podrà interpretar las cosas en el mismo modo; porque los argumentos acumulados son diferentes entre individuos por cantidad, calidad y cualidad.
El ser humano lo considero como tres personas en una: personalidad biològica, individual y social.
La biològica me permite distinguir lo verdadero de lo falso; aprende de la experiencia y cada cosa aprendida se almacena como un artìculo.
La social me hace reconocer el bien y el mal, que tienen una existencia sòlo en la sociedad. En lo biològico existe lo verdadero y lo falso y en lo social el bien y el mal.
Individualmente, se vive para alcanzar la felicidad. Quien logra filosofar alcanzarà la felicidad màs facilmente. Amplificarà sus sentimientos, aumentarà su sabidurìa y gozarà con logros cada vez de mayor dimensiòn y duraciòn.
Quien no tiene actividad intelectual busca la felicidad desde las cosas materiales: una felicidad mundana; trivial. Todos sabemos que las cosas materiales se acumulan pero nunca se suman; seràn “uno màs uno” pero “nunca haràn dos”. Una mesa es una mesa y un auto es un auto; jamàs habrà interacciòn entre ellos.
Distinto el caso del acumulo de ideas donde “una màs una” hacen “mucho màs que dos”. Cuando adquiero una idea, la almaceno; al adquirir la segunda se unirà a la anterior e interaccionaràn entre ellas, creando muchas otras; que son màs que una màs una.
La bùsqueda de la felicidad material es màs rapida pero es fùtil e insustancial. Desaparece ràpidamente y, por eso, requiere un acùmulo continuo de cosas materiales hacia el infinito; felicidad alcanzada miles de veces y miles de veces perdida. Todos imaginamos que llegarà la felicidad cuando tendremos algo material que deseamos; y, cuando llega, la felicidad es menor de la imaginada y al poco rato la sentimos como jamàs tenida.
El crecimiento intelectual es lento pero seguro y exponencial. Crece màs que sumando un objeto despuès de otro. Esto hace que la felicidad que se alcanza -en modo màs laborioso- sea de mayores dimensiones y duraderas; casi que asegurarìa que se logra sumar una felicidad a otra alcanzada precedentemente.
La felicidad material se siente siempre como que falta algo; la intelectual se siente en plenitud.
A esta felicidad, que concede el filosofar, se suma la tranquilidad que otorga el saberse "autònomo" y el hecho que "no se puede perder" ni transferir. La felicidad material depende siempre de otros y no existe ninguna seguridad que mañana se tendrà aùn.
Lo material se puede perder o corromper; lo intelectual no. Cuando se alcanza la felicidad intelectual –o llamada espiritual- no existe màs el bien y el mal, la honestidad se transforma en virtud y la felicidad en un modo de vivir.
Cuando el crecimiento intelectual alcanza en algunas personas un nivel elevado, se desarrolla lo que llamo: un “instinto intelectual”; es que los ayuda a protegerse de cometer errores y de peligros “sociales”, donde el “instinto biològico” no participa. Hay personas que logran esta felicidad intelectual y se la atribuye a un Dios y el “instinto intelectual” a una mano de Dios que guìa sus acciones. Dicen que ese Dios no les permite ser arrastrados en malas acciones o de caer en engaños de los seguidores del demonio –las sectas satànicas y otras- o simplemente de gente mala.
Filosofar es una actividad que requiere solamente honestidad; la sabidurìa llegarà después. Leer no es suficiente para aumentar los conocimientos; se debe querer comprender y aprender para que los conocimientos que emanan los libros sean fructìferos.
Soco.