Como decía aquella vieja canción ranchera “pero ay, ja ja, que risa me da”. Así me sucede cuando veo como, tal cual monos que imitan, los mexicanos importamos “gringadas” a diestra y siniestra.
Que si las series de T.V. gringas, cada que termina un año y empieza otro, las bautizan como “temporadas”; igual aquí en las series mexicanas (si es que duran) las llaman del mismo modo. Que segunda temporada de “el pantera”, que cuarta temporada de “mujeres asesinas”, etc.
Que si la alfombra es roja en la premiación de actuación a través de los oscares, pues aquí hay alfombra del mismo color en cada evento de artistas, que Arieles, que premios TV novelas, etc. Todo con alfombra totalmente púrpura.
Después de los atentados a las torres gemelas, hace ya varios años, Bush y gabinete llamaron a la zona de desastre “zona cero”. Y aquí ni tardos ni perezosos buscamos nuestra propia zona cero, que llegó el día del avionazo que le costó la vida al secretario de gobernación.
En la memoria mundial quedó aquél “Watergate”; y nosotros por mas que buscamos no hayamos ningún gate, y menos en el water. Así que nos tuvimos que conformar con el “Pemexgate”, el “ligasgate” (o “Bejaranogate”), el “niñoverdegate”, etc. El asunto es imitar.
Que si las gorras al estilo “Spencer investigador” o jugadores NBA. Que si las sudaderas con el gorrito puesto al tipo de “San Andrés” o los “skaters”. Que si la moda punk, la moda cholo, la moda X, Y y Z. todo llega y se adopta a pesar del burlesco refrán que dice “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
Por supuesto el instinto simiesco no es exclusividad del mexicano. Todos hemos visto algún reportaje con Elvis Prestleys japoneses, con Santa Clauses también orientales; futbolistas americanos totalmente europeos. Hasta un Shangai Kid anda por ahí, aunque para compensar hay ninjas americanos, y algún Bruce leroy.
Hay también budistas mexicanos, así como sacerdotes católicos de raza negra en Africa. Hay además burguesillos en la política local con atuendos indígenas; aunque estos lo hacen por simple demagogia, tal como los intérpretes de música vernácula.
En fin, por ahora le paro por aquello del “cero tolerancia”. En tanto acudo a algún espejo, para ver en mi persona que gringadas hay implantadas y tratar de sacar la viga de mi ojo, antes de seguir con el ja ja por las pajas ajenas.