Los signos de puntuación son muy importantes al escribir. A través de ellos damos la entonación adecuada según la intención de lo que escribimos. Además, estos signos establecen las pautas para poder leer y entender con claridad lo que otros han escrito. El uso incorrecto de comas, puntos, puntos y comas, comillas, guiones, etc, pueden crear dudas o errores lamentables. El siguiente ejemplo muestra esto. Se trata de un joven poeta que envió una declaración de amor a tres chicas. Sólo que no colocó ningún signo de puntuación. Veamos lo que escribió él:
Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cual es
la que ama mi corazon
Si obedecer es razon
Digo que amo a Soledad
No a Julia cuya bondad
Persona humana no tiene
No aspira mi amor a Irene
Que no es poca su beldad
Soledad abrió la carta, le puso los signos a su conveniencia y leyó:
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que amo a Soledad;
no a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene;
no aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.
Julia no estuvo de acuerdo, así que lo puso de la forma siguiente:
Tres bellas, que bellas son
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que... ¿Amo a Soledad?
¡No! a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene.
No aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.
Irene, convencida del equívoco de sus hermanas, lo puso así:
Tres bellas, que bellas son
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que ¿Amo a Soledad?
¡No!... ¿A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene?
¡No!... Aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad.
Ante las dudas, fueron ante el joven, que enseguida "arregló" todo:
Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que ¿Amo a Soledad?
¡No!...¿A Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
¡No!... ¿Aspira mi amor a Irene?
que... ¡No!... Es poca su beldad.
Esto demuestra cómo cambia el sentido de nuestra expresión escrita, si obviamos o cambiamos los signos de puntuación.
Del libro Español Práctico de Estela García Márquez; págs 120, 121