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Tema: MANANTIAL DE AMOR (Oración y meditación para católicos)

  1. #581
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    28-junio-2010
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    Va llegando el 1 de Noviembre, el Día de Todos los Santos, es decir, de los hombres y mujeres que están en el Cielo con el Señor, no sólo los del santoral sino millones y millones de personas desconocidas, y de cuyos méritos sólo nos enteraremos después de nuestra muerte. Pero ¿son santos realmente? No. Completamente santos fueron sólo Jesús y la Virgen. Todos los demás cometieron muchos pecados, contra Dios y contra el prójimo, pero supieron volver y arrodillarse ante Dios pidiendo perdón en confesión. Esa humildad es lo que les diferencia de los soberbios, tan pecadores quizá como ellos pero con el corazón lleno de engreimiento e incapaces de arrodillarse y de ser humildes frente a Dios. La historia de la oveja perdida, es la historia de todos los santos que están en el Cielo, y nuestra historia si queremos que el Señor nos salve y nos lleve al Cielo con Él. Falta muy poco para que muramos porque los años pasan volando. Esto es lo más importante que hay que solucionar en la vida; todo lo demás se lo llevará el viento, se desvanecerá porque aunque no lo parezca, está todo vacío salvo Dios.
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  2. #582
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    28-junio-2010
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    1 de Noviembre. Hoy es el día de todos nuestros seres queridos que estén en el Cielo. El día de nuestra casa, porque tenemos la esperanza de ir con el Señor si la Virgen nos ayuda y nosotros lo queremos sobre todas las cosas. Gracias, Señor, por entregarnos el Cielo, que es todo lo que tienes, a ti mismo.


    Qué es el cielo? El cielo es el lugar en donde los ángeles y santos gozan de felicidad perfecta y eterna, viendo y poseyendo a Dios.

    ¿Cómo se llama también el cielo? Se llama también paraíso al reino de los cielos, ciudad santa, Jerusalén celestial, patria bienaventurada, mansión de la gloria, vida eterna, etc.

    ¿Cómo se prueba la existencia del cielo? Se prueba: 1º Por la Sagrada Escritura, que a cada paso habla de la bienaventuranza celestial, del reino de los cielos, de la vida eterna; 2° Por la enseñanza da la Iglesia, que la afirma en todos sus Símbolos y en su liturgia; 3° Por la razón, que demuestra la necesidad de otra vida en donde la virtud sea plenamente recompensada; 4° Por la creencia unánime de los pueblos en una vida futura en la que los buenos gozarán de perfecta felicidad.

    ¿En qué consiste la dicha perfecta para la criatura racional? Consiste: 1° en la exención de todo mal; 2° en la posesión eterna de todo bien.

    ¿Existe el mal en el cielo? En el cielo no hay ni mal físico ni mal moral. No hay mal físico. “Ved aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres, y el Señor morará con ellos. Y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios, habitando en medio de ellos, será su Dios. Y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas; ni habrá ya muerte, ni llanto, ni alarido, ni habrá más dolor por que las cosas de antes son pasadas” (Apoc., XXI, 3, 4). No hay mal moral. “No se oirá ya hablar más de iniquidad en tu tierra, es decir, la tierra de los vivos, el cielo” (Isaías LX, 18).

    ¿Son impecables los bienaventurados? Sí: 1º porque viendo a Dios cara a cara, en su infinita hermosura, le aman de tal modo que no pueden ya separarse de Él; 2° porque el pecado, mal soberano, es incompatible con la perfecta bienaventuranza.

    ¿Cómo es en el cielo la posesión de todo bien? Porque los bienaventurados poseen a Dios, que es el bien supremo.

    ¿Por qué poseen a Dios los bienaventurados? Porque lo ven, y viéndolo, lo aman. De esté modo hay unión perfecta entre ellos y Dios. Ellos aman a Dios con amor soberano, y Dios les ama con amor infinito. Dios se da todo a ellos, como ellos se dan todo a Dios; Él es su posesión, su herencia por toda la eternidad. “¡Oh Dios de mi corazón, Dios que eres la herencia mía por toda la eternidad!” (Salmo LXXII, 26).

    ¿Cómo ven a Dios los bienaventurados? Lo ven intuitivamente, es decir, directamente, tal como es, del modo que Él se ve a sí mismo; y no ya como en este mundo, a través del velo de las criaturas y de las obscuridades de la fe. “Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes obscuras; pero entonces lo veremos cara a cara (I Cor., XIII, 12). Sabemos, sí, que cuando se manifestará claramente Jesucristo, seremos semejantes a Él en la gloria, porque le veremos como Él es” (I Juan III, 2).

    ¿Cómo se manifiesta Dios a los bienaventurados? Iluminando sus inteligencias con luz sobrenatural que llama-mos luz de la gloria, la cual es un don especial de Dios. “En tu luz veremos la luz” (Salmo XXXV, 10).

    ¿Participan los bienaventurados de la ciencia infinita de Dios? Sí: gracias a la visión intuitiva, participan de dicha ciencia en grado finito, es verdad, y proporcionado a los méritos de cada uno, pero en una medida superior a cuanto podemos concebir.

    ¿Qué efecto produce en los bienaventurados la visión intuitiva y la posesión de Dios? Los bienaventurados, viendo y poseyendo a Dios, que es la verdad, hermosura y bondad infinitas, gozan de Él con gozo inefable. “Quedarán embriagados con la abundancia de tu casa y les harás beber en el torrente de tus delicias” (Salmo XXXV, 9).

    ¿A qué virtudes corresponden la visión, posesión y goce de Dios? Corresponden a la fe, esperanza y caridad, de las que son recompensa. La visión sucede a la fe y hace desaparecer de ella las obscuridades; la posesión sigue a la esperanza y pone fin a su expectación; el goce da a la caridad su última perfección.

    ¿Podemos concebir en este mundo la dicha del cielo? No: porque esa dicha sobrepuja a nuestros conocimientos, y no podemos comparar los bienes de la tierra con los del cielo. “Ni ojo alguno vio, ni oído oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para aquellos que le aman” (I Cor., II, 9).

    Además de la felicidad esencial que procura a los bienaventurados la visión beatifica, ¿no hay para ellos una felicidad accidental? Sí: hay una felicidad accidental, y gozos que provienen de la contemplación de la sacratísima humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, de la vista de la Santísima Virgen, de las relaciones incesantes que tienen entre sí y con los ángeles. Se conocen, se aman, viven en las mismas dulces relaciones de fraternidad. Cada uno participa de la dicha de todos y todos de la de cada uno. Reinan con Cristo sobre toda la creación visible.

    ¿Se reconocerán los bienaventurados en el cielo? Es creencia de los doctores y santos que los afectos legítimos de la tierra reviven en el cielo, y que los que se han conocido y amado en esta vida, tienen la dicha de reconocerse y amarse en la otra.

    ¿Padecen los elegidos por verse separados de los que les estuvieron unidos en la tierra por los lazos de la sangre o de la amistad? No pueden experimentar dolor, porque la felicidad perfecta de que gozan no se concilia con ningún dolor.

    ¿La felicidad del cielo es la misma para todos los elegidos? Es la misma en su objeto, tocante a la felicidad esencial: todos ven, poseen y gustan del mismo Dios; pero no todos gozan de estos bienes en el mismo grado, sino más o menos, según la diversidad de sus méritos. También hay diferencia en la felicidad accidental: así los vírgenes tendrán una alegría especial que no gustarán los santos que no han conservado la virginidad, ni aun los más elevados en la gloria. “Cada uno recibirá su propio salario a medida de su trabajo” (Cor., III, 8) - “En la casa de mi Padre hay muchas moradas” (Juan XIV, 2). Esa diferencia en la recompensa, ¿ perjudica a la felicidad de los que tienen menos gloria? No, porque están exentos de envidia y llenos de amor a la justicia. Viéndose tan dichosos como son capaces de serio, no desean ser nada más que lo que son.

    ¿Consiste la felicidad y reposo eterno de los santos en la inmovilidad o la inercia? No: en el cielo, la actividad de la criatura racional llega a su mayor grado; sus facultades se ejercitan allí en toda su plenitud, desembarazadas de las trabas de las imperfecciones y necesidades materiales de la vida presente. La acción y el reposo, el deseo y la posesión, que son incompatibles en la vida temporal, serán una sola y misma cosa en la vida futura. (S. IRENEO).

    ¿Quiénes van al cielo? Los que están en estado de gracia, limpios de todo pecado aun venial, y han satisfecho a la justicia divina por la pena temporal debida al pecado.

    ¿Qué debemos hacer para ir al cielo? Debemos: 1º Pensar en él a menudo y desearlo con todo el ardor de nuestra alma. “¡Oh cuán amables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma suspira, y padece deliquios, ansiando estar en los atrios del Señor. Transpórtanse de gozo mi corazón y cuerpo, contemplando al Dios vivo” (Salmo LXXXIII I, 2). 2º Vivir con la mayor pureza. “Bienaventurados los que tienen puro su corazón; porque ello, verán a Dios” (Mat., V, 8 ). 3º Reprimir nuestras pasiones, practicando generosamente las virtudes cristianas. “El reino de los cielos se alcanza a viva fuerza, y los que se la hacen a si mismos son los que lo arrebatan” (Mat., XI, 12). 4º No poner nuestra dicha en las criaturas, ni usar de ellas sino según los designios de Dios. “Los que gozan del mundo vivan como si no gozasen de él; porque la escena o apariencia de este mundo pasa en un momento” (I Cor., VII, 31). 5º Sufrir con paciencia todas las tribulaciones. “Es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hech., XIV, 21). 6º Ser fieles en las cosas más pequeñas. “Ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho.... ven a tomar parte en el gozo de tu señor” (Mat., XXV, 21). 7º Ser fieles hasta la muerte. “Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida eterna” (Apoc., II, 10). ^
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  3. #583
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    Ay pumby... que lindas imagenes pusiste!
    Cuando me siento triste por una u otra causa... cierro mis ojos e imagino eso que acabas tu de poner ahi arriba... para mi, es sumamente reconfortante.
    Gracias por compartir toda esta informacion.

  4. #584
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    Gracias, Violetta. Eso que tienes es la virtud de la Esperanza, esperar y confiar en Jesús, en que algún día esto será realidad para nosotros, para siempre. Y también recibir ese abrazo ya mismo, porque Dios está con nosotros en cada momento del día, abrazándonos, sonriéndonos y animándonos, si estamos en Gracia de Dios.








    2 de Noviembre. Festividad de los Fieles Difuntos. Virgen del Carmen, Estrella del Mar, en ti confiamos, ayuda a las almas del Purgatorio para que lleguen a los brazos de tu Divino Hijo.





    ¿Qué es el purgatorio? Es un lugar de padecimientos en donde las almas de los justos acaban de expiar sus pecados, antes de entrar en el cielo.

    ¿Cómo se puede probar la existencia del purgatorio? Primeramente, por la Sagrada Escritura. “Es un santo y saludable pensamiento el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados” (II Mac., XII, 46) - “A quien hablare contra el Espíritu Santo, despreciando su gracia, no se le perdonará m en esta vida ni en la otra” (Mat., XII, 32). De este último texto resulta que hay pecados remisibles en la otra vida. Mas como eso no puede ser ni en el cielo ni en el infierno, síguese que ha de ser en el lugar que nosotros llamamos purgatorio. “Asegúrate de cierto que de allí no saldrás hasta que pagues el último maravedí” (Mat., V, 26). Hay, pues, un lugar del cual no se sale sino después de haber satisfecho plenamente a la justicia divina. Y como ese lugar no es la tierra, tiene que ser el purgatorio. El apóstol San Pablo habla de obras a las cuales se mezclan algunas imperfecciones. El que hace tales obras a: “será salvo, pero como pasando por el fuego” (I Cor., III, 15), es decir que no entrará en el cielo sino después de haber expiado por el fuego del purgatorio las faltas que ha cometido.

    ¿De qué otra manera se confirma la existencia del purgatorio? Por las enseñanzas de la Iglesia. “La Iglesia católica enseña, dice el concilio de Trento, que hay un purgatorio y que las almas allí detenidas reciben alivio por los sufragios de los fieles, principalmente por el santo sacrificio de la misa”. Por la práctica de la Iglesia. La Iglesia, consecuente con su doctrina, se ha mostrado siempre llena de solicitud por el alivio de las almas que penan en el purgatorio. En el santo sacrificio de la misa, suplica a Dios que les otorgue la entrada en el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz (Memento de los difuntos). Cada año, el día siguiente a la fiesta de todos los Santos, celebra la conmemoración de todos los fieles difuntos. Ha establecido un oficio de difuntos, y en su liturgia ruega a menudo por los que pasaron a mejor vida. En presencia de los restos mortales de los finados, eleva fervientes y conmovedoras plegarias a Dios. Concede numerosas indulgencias que les son aplicables.

    ¿Confirma la tradición de los santos Padres el dogma del purgatorio? Los santos Padres confirman con su testimonio el dogma del purgatorio. “El alma, cuando haya salido del cuerpo, no podrá llegar a ser participante de la divinidad, dice San Gregario de Nisa, sino después de borradas sus faltas por el fuego del purgatorio”.

    ¿No corrobora también la razón la existencia del purgatorio? La razón corrobora también la existencia del purgatorio. En efecto: hay almas justas que, salidas de este mundo con faltas ligeras o sin haber satisfecho a la justicia divina por la pena temporal debida al pecado, son deudoras a Dios de una pena temporal. Pero como tales almas no pueden ir inmediatamente al cielo, en donde no entrará nada manchado (Apoc., XXI, 27), ni ser precipitadas en el infierno, porque no merecen la eterna condenación, es necesario que haya un lugar intermedio entre el cielo y el infierno, en donde las almas acaben de purificarse.

    La creencia de los pueblos ¿no depone también en favor del dogma del purgatorio? En todas las antiguas tradiciones de los pueblos, y en particular en los sacrificios ofrecidos por los difuntos, se encuentran señales de la creencia en un lugar de expiación del cual se sale después de un tiempo más o menos largo.

    ¿Cuáles son las penas del purgatorio? Son de dos clases: la pena de daño y la de sentido.

    ¿En qué consiste la pena de daño? Consiste en la privación de la vista de Dios.

    ¿Es esta la mayor de las penas de las almas del purgatorio? Sí, a causa de la intensidad de su fe y de su caridad. El conocimiento que tienen de Dios es tan perfecto, y tan fuerte el amor que le profesan, que el no verle les causa tormentos inexplicables. “Dios mío, o mi Dios, a ti aspiro... De ti está sedienta el alma mía” (Salmo LXII, I ) - “¡Oh, quién me diera alas como a la p aloma para echar a volar y hallar reposo” (Salmo LIV, 6).

    ¿En qué consiste la pena de sentido? Consiste en el padecimiento físico producido por un fuego real cuyo misterioso poder obra sobre el alma como si estuviera unida a su cuerpo. La existencia de un fuego real en el purgatorio es generalmente admitida por los teólogos, y su opinión está fundada sobre numerosos testimonios de los santos Padres, de manera que, por lo menos, sería temerario admitir dudas sobre este particular.

    ¿Conocemos nosotros la intensidad la duración de las penas del purgatorio? No: es para nosotros un misterio. Lo más que podemos decir es que esas penas son proporcionadas al número y a la gravedad de los pecados que deben expiarse, y que las almas no quedan libres sino cuando han pagado hasta el último cuadrante (Mat., V, 26).

    ¿Exceden esas penas a los padecimientos de la tierra? “El fuego del purgatorio, dice San Agustín, es más terrible que todo cuanto el hombre puede padecer en esta vida” – “Todas las negligencias de esta vida, dice San Bernardo, las pagaremos allá centuplicadas”.

    ¿Padecen las almas del purgatorio sin ningún consuelo? 1º Tienen el consuelo de la esperanza. 2° La idea que tienen de la santidad y justicia de Dios las hace padecer con amor los tormentos que sirven para purificarlas.

    ¿Pueden merecer por sus padecimientos? No pueden adquirir ningún mérito para sí mismas. Si las almas del purgatorio pudiesen merecer se abrasarían en un fuego de contrición tan activo, que consumiría en un momento todas sus manchas. Mas, según el sentir general, pueden obtener algunas gracias para los fieles que viven sobre la tierra. ^



    Alivio de las almas del purgatorio

    ¿De quién pueden recibir alivio las almas del purgatorio? De los fieles de la Iglesia militante.

    ¿Por qué debemos aliviar a las almas del purgatorio? Porque a ello nos obligan: 1° la religión; 2° la justicia y el agradecimiento; 3° la caridad; 4º nuestros intereses personales.

    ¿Cómo nos obliga la religión? Porque agradamos mucho a Dios y procuramos grandemente su gloria satisfaciendo a su justicia por almas que le son infinitamente queridas.

    ¿Por qué a veces nos obliga la justicia a aliviar a las benditas ánimas? Porque puede haber en el purgatorio almas que penan por pecado que nosotros les hemos hecho cometer.

    ¿Por qué nos obliga algunas veces la gratitud? Porque puede haber en el purgatorio almas a las que somos deudores por beneficios que nos han hecho.

    ¿Cómo nos obliga la caridad? Porque las almas del purgatorio tienen tanto mayor derecho a nuestra conmiseración cuanto más padecen y más gratas son a Dios. Socorrerlas es practicar eminentemente la caridad con el prójimo, tan recomendada por Nuestro Señor. “Compadeceos de mí, a lo menos vosotros que sois mis amigos, compadeceos de mí, ya que la mano del Señor me ha herido” (Job., XIX, 21).

    ¿Cómo nos obliga nuestro interés personal? Porque Dios nos devolverá el bien que hagamos a esas almas, y ellas también, llenas de agradecimiento, rogarán por nosotros.

    ¿Cómo podemos aliviar a las almas del purgatorio? Podemos: 1º por las tres grandes obras de la vida cristiana: oración, ayuno y limosna; 2º por medio de las indulgencias ( http://www.youtube.com/watch?v=gVybAB_JWFg ) 3° por la sagrada comunión y sobre todo por el santo sacrificio de la misa.

    ¿No podemos hacer, en favor de los difuntos, la piadosa cesión de todas nuestras satisfacciones? Sí: y esta cesión constituye un acto heroico de caridad que la Iglesia desea que practiquemos, pues a ello nos anima con numerosas indulgencias y favores.

    ¿Qué debemos hacer para evitar el purgatorio? Debemos: 1º evitar todo pecado, por leve que sea; 2º expiar por la penitencia los pecados de que ya hemos obtenido el perdón.
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  5. #585
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    ¿Sí? ¿Y por qué se ha olvidado de mí? Tal vez me digas: 'Un día se hará realidad', ¿y si no?

  6. #586
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    ¿Sí? ¿Y por qué se ha olvidado de mí? Tal vez me digas: 'Un día se hará realidad', ¿y si no?

    Amiga bella... nadie, pero nadie... podria olvidarse de ti...




    Tu eres la de rosa... :001_smile:

  7. #587
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    Cita Iniciado por Violetta Ver Mensaje
    Amiga bella... nadie, pero nadie... podria olvidarse de ti...




    Tu eres la de rosa... :001_smile:
    Gracias, Vayolet. Tqm.

    Muáh.

  8. #588
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    Y yo a ti amiga bella!!!

  9. #589
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    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  10. #590
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    La conversión de un genio. El director del proyecto Genoma pasa del ateísmo a creer en Dios.


    El científico que lideró el equipo que descubrió el genoma humano ha publicado un libro en el que explica por qué ahora cree en la existencia de Dios y está convencido de que los milagros existen. Francis Collins, director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano reivindica que hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos llevan al hombre “más cerca de Dios”.

    Su libro, “El lenguaje de Dios”, reabre el antiguo debate sobre la relación entre ciencia y fe. “Una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es esta impresión que ha sido creada de que la Ciencia y la Religión tienen que estar en guerra”, lamenta Collins, de 56 años.

    Para Collins, aclarar el genoma humano no creó un conflicto en su mente. En su lugar, le permitió “vislumbrar el trabajo de Dios”. “Cuando das un gran paso adelante es un momento de regocijo científico porque tú has estado en esta búsqueda y parece que lo has encontrado”, explica. “Pero es también un momento donde, al menos, siento cercanía con el Creador en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes, pero que Dios sí sabía desde siempre.”

    “Cuando has tenido por primera vez delante de ti estos 3.1 billones de letras del ‘libro de instrucciones’ que transmite todo tipo de información y todo tipo de misterios acerca de la humanidad, eres incapaz de contemplarlo página tras página sin sentirte sobrecogido. No puedo ayudar, sino admirar estas páginas y tener una vaga sensación de que eso me está proporcionando una visión de la mente de Dios”, reconoce.



    Collins se une así a una línea de científicos cuyos descubrimientos han contribuido a reafirmar su fe en Dios. Isaac Newton, cuyo descubrimiento de las leyes de la gravedad “reorganizó” nuestra manera de entender el universo, fue uno de ellos. Newton aseguró que “el sistema más bello sólo podría proceder del dominio de un ser inteligente y poderoso”. Otro de ellos fue Einstein, que revolucionó nuestro entendimiento del tiempo, de la gravedad y de la conversión de la materia en energía. Einstein creía que el universo tenía un Creador, más que en un dios personal lo creía dotado con las características que argumentaba el filósofo Spinoza que debía tener Dios, como creador del orden que podemos verificar en la naturaleza: “Quiero saber cómo creó Dios el universo, quiero conocer Sus pensamientos; el resto son detalles”, escribió.

    Collins fue ateo hasta los 27 años, cuando como un joven doctor, quedó impresionado por la fortaleza que la fe daba muchos de sus pacientes más críticos. “Tenían terribles enfermedades de las que con toda probabilidad no iban a escapar, y todavía, en lugar de quejarse a Dios, parecían apoyarse en su fe como una fuente de consuelo”, explica. “Fue interesante, extraño e inquietante”.Por eso decidió visitar una Iglesia metodista y le dieron una copia del libro de C. S. Lewis “Mere Christianity”, que argumenta que Dios es una posibilidad racional. El libro transformó su vida. “Era un argumento que no estaba preparado para oír”, dijo. “Estaba muy feliz con la idea de que Dios no existía y de que no tenía interés en mí. Y todavía al mismo tiempo, no podía alejarme”.

    Collins cree que la Ciencia no puede ser usada para refutar la existencia de Dios porque está confinada a su mundo “natural”. Bajo esta luz, el director del Instituto Nacional Estadounidense de Investigación del Genoma Humano cree que los milagros son una “posibilidad real”.



    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

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