Iniciado por
KIMO
Para comprender el significado del nuevo pacto,
primero tenemos que entender el propósito del antiguo,
es decir, del pacto de la Ley.
Este brindaría muchas ventajas a la nación
que esperaba la Descendencia prometida,
quien sería el medio por el cual se bendecirían infinidad de personas
(Gén. 22:17, 18).
Al aceptar el pacto de la Ley, los israelitas
se convirtieron en “propiedad especial” de Dios.
Bajo sus términos, la tribu de Leví proporcionaría los sacerdotes.
Cuando Jehová selló el pacto nacional con Israel en el monte Sinaí,
mencionó “un reino de sacerdotes y una nación santa”,
pero no definió cuándo ni por qué medios llegaría a existir (Éxo. 19:5-8).
Mientras tanto, aquel pacto dejó claro que
los israelitas no podían obedecer todos los aspectos de la Ley,
o sea, puso de manifiesto sus pecados.
Por lo tanto, tenían que ofrecer sacrificios periódicos
para obtener el perdón.
Era obvio, pues, que se necesitaba algo mejor:
un sacrificio perfecto que no tuviera que repetirse.
Era preciso que el perdón de pecados fuera duradero
(Gálatas 3:19-22) Entonces, ¿por qué se dio la Ley? Se añadió para poner al descubierto las transgresiones hasta que llegara la descendencia a quien se le había hecho la promesa, y fue transmitida mediante ángeles a través de un mediador. 20 Ahora bien, no*hay mediador cuando solo hay una persona implicada, y Dios es uno solo. 21 Entonces, ¿se opone la Ley a las promesas de Dios? ¡Claro que no! Porque, si se hubiera dado una ley que pudiera dar vida, la justicia se alcanzaría por medio de la ley. 22 Pero las Escrituras entregaron todas las cosas a la custodia del pecado, para que la promesa que se obtiene por la fe en Jesucristo fuera dada a los que demuestran fe.