No es problema de pecado. El pecado es un invento de los creyentes.
Es un problema de un delito repulsivo: y un ateo que viola a un menor se va directamente a la cárcel.
Pero un cura que viola a un menor es protegido por la Iglesia de Jesús, y si la cosa se pone de color castaño oscuro, la iglesia lo traslada a otro país.
Tal fue el caso del obispo Francisco José Cox, que, para evitar que lo metan a la cárcel, el vaticano lo sacó de Chile, y lo trasladó a Suiza.