Marco Antonio Barrera defenderá su corona superpluma

BUENOS AIRES -- El mundo sigue su alocado rumbo. Guerras interminables, gobiernos que promulgan medidas impactantes y cuestionables, la bolsa de valores que se desploma para luego recuperarse en pocas horas, etc., etc. Dentro de ese contexto, claro, el boxeo no es ajeno a esta vertiginosa rueda que no se detiene. Sin embargo, da la impresión de que los años pasan para todos menos para Marco Antonio Barrera, que a sus 33 años de edad no da muestras de envejecimiento, humano ni deportivo.
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Barrera, campeón de los superplumas del CMB
Allá lejos, hace casi 12 años, queda su consagración como monarca supergallo de la OMB, título que defendió exitosamente en ocho ocasiones. También parecen muy lejanas en el recuerdo las dos caídas ante Junior Jones, que muchos aseguraban serían un pasaje seguro hacia el ocaso. Pero fiel a su estilo de guerrero azteca que nuca se da por vencido, Barrera reconquistó aquel cetro en 1998, lo cual generó el primero de tres encuentros memorables con Erik Morales.

Aquella de febrero de 2000 fue, sin dudas, una de las mejores peleas de la década. Y aunque terminó en revés para Barrera, fue sólo el inicio de una trilogía extraordinaria.

Un año más tarde, cuando una vez más parecía que Marco Antonio ya había dado lo mejor de sí a este deporte, Barrera se paró frente a Naseem Hamed, la sensación de aquel momento, y le dio una lección de boxeo.

Una vez más, el guerrero mexicano había renacido y en seguida estaba dispuesto a continuar derribando mitos.

En 2002 fue el turno del desquite ante Morales. Y aunque en aquel combate la gran mayoría de los observadores pensó que se trató de una decisión injusta (igual que en su choque anterior), lo cierto es que el triunfo le sirvió a Barrera para quedar a mano con su archi-rival y para obtener su segundo cetro ecuménico, el de los plumas del CMB.

Después de dos fáciles victorias ante Kevin Kelley y Johnny Tapia - dos grandes boxeadores, pero en decadencia - llegó la hora, en noviembre de 2003, de enfrentarse a Manny Pacquiao, un filipino que por aquel entonces sólo había realizado una gran campaña en Asia, pero que todavía tenía que probarle al mundo su talento en las grandes ligas.

Y vaya si lo hizo, inflingiéndole a Barrera una derrota por nocaut técnico en el onceavo asalto, la primera por la vía categórica para el mexicano.

Es cierto, en aquella oportunidad la preparación del capitalino estuvo lejos de ser la mejor, afectada por un problema con su anterior manejador, Ricardo Maldonado, y por fuertes rumores de que padecía una afección cerebral.

Esto llevó a que en la semana del combate a Barrera se le exigiera una batería de análisis médicos que lo terminaron distrayendo de su concentración. Y aunque el mismo Barrera diga que eso no fue una excusa, en el fondo muchos sospechamos que de no haber existido aquellos inconvenientes quizás la historia de su pelea con Pacquiao hubiera sido diferente.

Pero lo concreto es que, frente a los hechos consumados, la carrera de Barrera se encontraba una vez sumida en las sombras. A tal extremo, que Erik Morales se burló de él, asegurando que no le interesaba una tercera pelea con él porque estaba terminado, mientras que a él jamás lo habían noqueado. El tiempo le reservaría al "Terrible" dos fulminantes derrotas por nocaut ante Pacquiao en los años venideros, pero esa es otra historia.

Después de doblegar sin apuros a Paulie Ayala y luego de interminables negociaciones, finalmente se concretó el tercer y último encuentro de la trilogía ante Morales.

Fue en noviembre de 2004 y Barrera se adjudicó una victoria por puntos que si bien fue ajustada nadie se atrevió a cuestionar. Además, aquel triunfo tuvo un valor agregado: significó la conquista de su tercer título mundial: el de los superplumas del CMB, que todavía detenta.

Una vez más, el tiempo seguía pasando y mientras tantos otros campeones desaparecían y los nuevos prospectos comenzaban a asomar, Barrera seguía allí, de pie y con nuevos bríos.

Desde ese entonces, Barrera defendió el título en cuatro oportunidades, ante el sudafricano Mzonke Fana, el australiano Robbie Peden y el estadounidense Rocky Juárez.

Ante Juárez, no obstante, la cosa no fue nada sencilla en el primero de los dos encuentros, en mayo de 2006. El mexicano ganó por puntos, en decisión dividida, aunque para la mayoría la actuación de Rocky mereció más suerte. Aquella noche quedó la sensación de que si el estadounidense se hubiera atrevido a más, habría podido imponer definitivamente su contundente pegada.

Pero no lo hizo. Y lo único que obtuvo fue una revancha, cuatro meses más tarde, en la que Barrera lo superó sin problemas, retomando así su condición de "Ave Fénix del boxeo".

El próximo sábado, en Las Vegas, sin embargo, Barrera afrontará uno de sus compromisos más exigentes, ante su compatriota Juan Manuel Márquez.

Como si fuera un preludio de una posible revancha ante Pacquiao, lo cual es la idea fija de Barrera, para vengar su único revés categórico, el tres veces campeón mundial tendrá la posibilidad de enfrentar al hombre que estuvo muy cerca de vencer al filipino.

Muchos recuerdan todavía el combate en el que Pacquiao derribó tres veces a Márquez en el primer asalto, lo que, lejos de amedrentar al mexicano, generó una reacción notable, que debió haber sido premiada con el triunfo, aunque los jueces prefirieron anotar un salomónico empate.

Márquez fue durante muchos años el mejor peso pluma de todos y ahora sube una categoría para este desafío.

Pero a estas alturas no hay retos intimidantes para Barrera, que a pesar de los años, sigue allí, en el mismo lugar, esperando que alguien quiera medirse con él, para demostrarle al mundo que los guerreros como él nunca se dan por vencidos.