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KIMO
“Predica la palabra, censura, corrige, exhorta, con toda gran paciencia y arte de enseñar.” (2 TIM. 4:2.) El apóstol Pablo subrayó la importancia de ser un buen maestro cuando escribió lo siguiente a Timoteo, uno de sus compañeros de predicación: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan” (1 Tim. 4:16). Al hablar de enseñanza, Pablo no se refería al simple hecho de llenar la mente del estudiante de información. El ministro cristiano competente logra llegar al corazón de las personas y motivarlas a hacer cambios en su vida, y eso es todo un arte. En vista de lo anterior, ¿cómo podemos cultivar el “arte de enseñar” al difundir las buenas nuevas del Reino de Dios? (2 Tim. 4:2.)