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Tanto caminar en el mismo laberinto
y todavía no se reconoce la piedra
en la que tropezamos una y otra vez.
El olvido llueve sobre los ojos,
y es aquí cuando simulamos dar un paso adelante.
Alguien sostiene con su sombra
el peso de lo que un día, una noche, volverá a repetirse.
No hay una máscara para el miedo,
tampoco para la muerte.
Todos los muros que nos rodean
están siendo escritos por el paso de las horas,
por nuestras largas vigilias, por el secreto deseo de la sangre,
por la insistencia del amor y el fracaso,
por la oscura ceniza que una vez fue nuestra casa
y que nos obliga a permanecer.
Pregunto entonces con la boca de los muertos:
¿qué de ti quedó entre las rosas?
LUCÍA ESTRADA (Medellín, Colombia, nacida en 1980)
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Quiero un amor de todos los instantes,
aunque no sea un amor para la vida;
quiero un amor con la ansiedad del antes
para después del ansia desmedida.
Quiero la fe de todos los amantes
en este solo amor, ver contenida:
tumulto de horizontes trashumantes
y luego, claridad de agua dormida.
Quiero un amor transfigurado en fuente
de todo florecer: fruto y simiente;
a tal único amor, mi amor sentencio:
aquél de la impaciencia y el latido
y la fiebre y el grito y el gemido
y el difícil momento del silencio.
Julia Prilutzky
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NO ES NADA
No es nada mi amor
perderlo todo en un segundo.
La dignidad no es nada
si no va acompañada de la calma.
Tampoco el cuerpo es algo
girando sobre sí a menudo.
No es nada que te sientan
con desprecio tal como eres.
Que te mientan por deseo.
Que te odien por amor
arrastrándote por el lodo.
Nadie te salvará de la quema
después de darlo todo.
Apenas nada que ames
sin una respuesta.
Nada que no sepas
impaciente como antes.
Como los que no pueden
ser otro. Libre por lo que eres.
Con lo que tienes un poco.
Nada sin un cuerpo
que tenga alma.
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AMOR DORMIDO EL HABLA
Perdida la costumbre de amar
te diré en qué nos convertiremos.
La ternura como dormidos,
sin ropa y entre harapos
los brazos apoyados en las sienes.
Pulmones disminuidos.
Ojos apagados donde el habla.
Rumores faltos de aire
y de golpe, el silencio
que nos llevará a la infancia
y nos obligará a huir de nosotros
como de las palabras.
Los dos poemas son de Kepa Murua, nacido en Zarautz en 1962.
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Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.
Pero siento tu hora,
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.
No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué? palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.
Ser? la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.
Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,
inundando las tierras como un río terrible,
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos,
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca lo que existe,
correr fuera de mi mismo, perdidamente,
libre de mí, Curiosamente libre.
¡Irme, Dios mío, irme!
Neruda
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Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas para
que nuestras manos se encontraran.
Jorge Luis Borges
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Queira, el nombre de mi madre
Existe una mujer que a falta de hijos
Pare muñecas
Tiene el nombre mítico de mi madre
Queira
El nombre de mi madre
Les dice a todos que así sin más
Se ve envuelta en prole
En hijas como areniscas
Como cuentas de rosario al infinito
También les dice que son pequeñas
Diminutas
Minúsculas hijas de goma a las que abrazar
A las que abrazar y rectificar
A las que transcribir
(...)
Y también les dice que estas hijas así
Son aquello que reemplaza a las otras
A las fugitivas
A las evadidas de su vientre blando y sirena
Sí
Muñecas como hijas para reemplazar a las hijas
A todo el dolor del mundo
Mi madre como digo es una mujer que pare muñecas
Que pare hijas una detrás de otra
Que pare soledad y silencio
Silencio de manos que no escriben
De hijas desbocadas que no hablan
Silencio en la boca de las hijas sin manos
Sin habla
SILENCIO también en la boca fácil de todos aquellos
Que no comulguen con esta ilustre paridora
Mi madre pues pare todo lo que encuentra
Hijas-clavos-centellas-hijas-hijas-dagas-palos-
Hijas-hijas-lunas-picos-hijas-hijas-piedras-hierros-
Hijas-hijas-hijas-hijas (...)
Todo aquello que reemplaza la soledad
Por una réplica justa de primera y segunda hija (...)
Y así cuando a mi madre a esta mujer amarilla
Y tenaz no le quede vientre ni esfuerzo para parir
Seguirá expulsando sola el vacío de las cosas
Y mientras haga todo esto sonreirá ampliamente
Como si ello fuese fácil
Me dirá que las braguitas de hilo y los pendientes de colgar
Son cosas menudas que hacen mucho en una muñeca
En una hija
Y que por eso una no puede traerlas al mundo
Sin haberles preparado previamente ambas cosas
Y así seguirá sin más oído que aquél que le alcance
A escucharlas
A todas ellas y a sus llantos
Habitantes todas del cuarto de costura o la azotea
Tan inexorablemente cerca del hielo
(...)
Hoy he llamado a mi madre y he llorado por teléfono
Le he dicho –Mamá Queira mía es tan difícil vivir
(...)
Y ella me ha contestado que lleva varios días
Con una nueva muñeca con una nueva hija muda
Y paralítica
Que desde que mi hermana y yo la hemos dejado
Pare hijas mudas y paralíticas todo el rato.
Maite Dono, nacida en 1969
(Si quieres hablar de mamás Maite lo borda):001_smile:
Edit: No puedo dar juego con mamás.
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Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente,
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios desesperadamente,
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
—el tormento infinito que te debo ocultar—,
te diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
José Ángel Buesa
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El otro dolor
A veces, sentado, después de la larguísima jornada, en
el largo camino, me tiento y casi te reconozco.
Dentro estás, dormida allí, madre mía, desde hace tantos años,
tendida, amorosamente sepultada, intacta en tus bordes.
Y ando, y no se me nota. Y digo, y tampoco.
Como el casco de una metralla incrustado en el ser
allí vive y, quedado, no se conoce,
así a veces tú, queda en mí, dentro de mi vivir me acompañas.
Pero muevo esta mano, y no te recuerdo.
Y pronuncio unas palabras de amor para alguien, y parece
que lo que allí dentro está no las roza cuando las exhalo.
Y sigo y camino, y padezco y me afano,
siempre yo estuche vivo, caja viva de tu dormir, que mudo
en mí llevo.
Pero a veces he sufrido y camino de prisa, y he tropezado
y rodado, y algo me duele.
Algo que llevo dentro, aquí, ¿dónde?, en tu sereno vivir
en mi alma, que blando se queja.
Oh, sí, cómo te reconozco. Aquí estás. ¿Te he dolido?
Hemos caído, hemos rodado juntos, madre mía serena,
y sólo te siento porque me dueles.
Me dueles tú como una pena que mitigase otra pena,
como una pena que al aflorar anegase.
Y tu blando dolor, como una existencia que me hiciese
bajar la cabeza hacia tu sentimiento,
se reparte por todo yo y me consuela, oh madre mía, oh
mi antigua y mi permanente, oh tú que
me alcanzas.
Y el otro dolor agudo, el del camino lacerante
que me aturdía,
blandamente se suaviza como si una mano lo
apaciguase,
mientras todo el ser anegado de tu blanda caricia
de pena
es conciencia de ti, caja suave de ti, que me habitas.
Vicente Aleixandre.
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La torre de marfil
El mundo es una torre de marfil, en vano
busco una puerta en sus paredes curvas.
Parezco una actriz representando a un borracho,
camino tratando de hacer una línea recta,
nunca eses. No soy una profesional
de la actuación, ni siquiera me le parezco,
pero caminaré tratando de hacer una línea recta.
A veces me siento frente al ordenador y busco
toda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.
Y sí, todo lo encuentro allí, porque el mundo es una torre
y estoy atrapada con todo lo demás, es inevitable.
Cuando me miro al espejo me sorprende lo común
que parece mi rostro, y me digo:
es bueno ser tan común, no te asustes.
Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentro
las mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.
Y allí mismo, tecleando,
trato de comprender
por qué me siento libre en la jaula del pájaro.
Lauren Mendinueta, nació en Barranquilla, Colombia, en 1977.
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DE CANTO LLANO A NOS CALLEMOS
de sangre de duelo a tanto cuanto
de tanto cuanto a todo modo
de todo modo a luz natural
de luz natural a tres unidades
de tres unidades a dónde vas
de dónde vas a cierto asombro
de cierto asombro a tu desprecio
de tu desprecio a no entendí
de no entendí a número entero
de número entero a obra de Dios
de obra de Dios a juego ilusorio
de juego ilusorio a mundo objetivo
de mundo objetivo al agua pura
del agua pura a canto llano
de canto llano a nos callemos
ENRIQUE FIERRO, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1942.