Benito Juárez, el gran Benito Juárez
Benito Juárez nació completamente indio. No tenía el menor rastro de sangre europea. Sus apellidos provenían de los bautizos españoles durante la conquista y la colonia, en el que un padrino se los asignaba intentando borrar el pasado. No hay forma de reconstruir sus antecedentes de nombre. Ni siquiera es lo relevante de esta historia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Ju%C3%A1rez
Nació en la interfase entre la colonia y el México independiente (1806), en un lugar preservado de la cultura: Guelatao, Oaxaca, un lugar miserable en medio de la nada.
Dejemos atrás su patética biografía y concentrémonos en su impacto en una nación. Mil circunstancias difíciles pero finalmente favorables, lo pusieron, contra todas las probabilidades darwinianas, en la presidencia de una nación.
No hace falta decir que todas las razas generan genios. Hay miles de ejemplos, de los cuáles Benito Juárez es uno.
A pesar de que la vida lo arrojó a un seminario clerical, su talento lo proyectó al lado contrario.
Cuando era presidente de México, sujeto a mil presiones internas y externas, conoció a Melchor Ocampo, un hijo de familia rica, también muy inteligente, que venía de estudiar en la Europa post-napoleónica.
http://es.wikipedia.org/wiki/Melchor_Ocampo
Ambos personajes hicieron sinergia, y este último fue nombrado Ministro de
Gobernación, y de acuerdo con Juárez, promulgaron las Leyes de Reforma, un cambio radical en los conceptos clericales en un México totalmente manipulado por la iglesia católica.
http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Reforma
Estas leyes, en las que la iglesia era alejada completamente del gobierno y de la vida pública, generaron una sangrienta guerra civil, y posteriormente la invasión de la Francia imperial de Napoleón III.
Juárez no sólo era inteligente. Tenía carácter, y ni la más poderosa potencia del mundo lo derrotó.
Antes de morir dejó un legado imponente, el primero del mundo, colocando a la iglesia católica fuera del gobierno, y otorgándonos a los mexicanos el derecho a ser libres pensadores.
Desde entonces la iglesia nada tiene que ver con el gobierno; no puede ser propietaria de bienes inmuebles; no controla los cementerios; los matrimonios y los bautizos son laicos, así como el derecho a educarse en cualquier formación o religión; los curas deben ser mantenidos por sus fieles, no por el estado; existe el divorcio legalizado, cuando procede; etc.
No todos los mexicanos aprecian esto, pero yo sí. Crié a mi familia sin bautizos, sin matrimonios religiosos, sin imposiciones clericales, sin mil estupideces que, alguna vez viviendo en la España franquista, pude observar con increíble asombro.
Juárez dejó un legado poderoso de más de 150 años. El indio pobre que nació sin recursos en medio de la nada, cambió a una nación para siempre.
