Déborah y Nicholai (Ciencia Ficción)
Bueno, pues creo este hilo para colgar una serie de capítulos de un relato que he estado escribiendo durante un tiempo y que aún no he acabado con el fin de propagarlo y saber opiniones.
Polvo Estelar - Capítulo I
*Déborah es un gólem*.
El viernes Déborah y yo trabajamos toda la noche para tener a punto el Pegassus. Arreglamos las averías causadas por los malditos vándalos anónimos. Instalamos también el sistema de seguridad que diseñamos entre las dos, no me resultó muy difícil con su ayuda.
Subimos a bordo, preparé las coordenadas hacia el planeta Sevis. Cuatro horas de viaje, y eso que íbamos a la velocidad de la luz. Un poco lejos, pero era de total urgencia. No podíamos aguantar más sin Polvo Sideral.
Hicimos una parada de 10 minutos. Dejamos el piloto estático. Mientras tanto nos entretuvimos observando las explosiones de las supernovas lejanas. No existe una visión igual. Aunque supongo que tú, Space, ya lo sabrás.
Los habitantes de Sevis no tienen muy buena fama interespacial. Teóricamente son unos seres rastreros, malvados y no es conveniente relacionarse con ellos. Ya me conoce, no le temo al peligro. Ni al riesgo.
Físicamente tienen nuestra aspecto, quiero decir, son humanoides. Lo único que les caracterizan de nosotros, es su piel grisácea, los ojos, que parecen inyectados en sangre y unos colmillos levemente desarrollados. Siempre van ataviados con gabardinas y un sombrero de ala ancha, con el que suelen resguardar parcialmente su rostro. Sombrero... Y eso que su cielo es de un tono plomizo. Cuestión de símbolo.
Mis contactos sevisianos aguardaron muy puntuales en el lugar citado, y debo añadir que fueron muy amables. Apariencia, apariencia. Realizamos el pacto previamente acordado y sin ningún tipo de problema.
El plan primario era volver nada más recoger el cargamento, pero a Déborah y a mí nos sorprendió en nuestra ruta de vuelta, un cinturón de asteroides que inexplicablemente se trasladó. Todo un misterio. Sin más remedio, descansamos allí un día más.
Pasado ya el peligro, nos despedimos del gris planeta con cierta simpatía y rumbo a casa. Abrimos el cargamento. Me quedé pretificada a la impresión. Polvo estelar negro. Negro. ¿Negro? ¡NEGRO!
Explico: el polvo de estrellas es azul. Siempre. Déborah y yo en total sintonía nos miramos largamente estupefactas.
"Supongo que el de allí será de este color. Sí, si buscamos una lógica, será por el ambiente. El ambiente era algo ceniciento, las estrellas cercanas, tal vez...
Tranquilizándola con estos argumentos, le serví la cantidad estándar para su funcionamento.
Todo perfecto. Energía corporal bien, sus funciones mentales bien. Todo perfecto. Pero me equivoqué...
Al día siguiente, se me acerca decidida.
-Estoy enamorada.
-¿Qué?
-Que estoy enamorada.
-Me río cantarinamente- Tú no puedes estar enamorada, lela, no te di esa opción en tu parche de inteligencia artificial. Ni si quiera está al alcance de tu sistema de aprendizaje.
-¡Pues lo estoy, despreciable engendro de carne!
-...
Se va de un sonoro portazo. "Despreciable engendro de carne". Buena ésa. Pensé en desmotarla y añadirle unos datos de modales, pero entonces dejaría de ser Déborah. En fin, la dejé marchar y observé su comportamiento radical.
Dejó de usar la ropa provocativa. Ahora viste ropa formal, muy puritana. Ya no se escapa por las noches. Se escapa por las tardes; Con un libro bajo el brazo. Ana Karenina de Tolstói.
El polvo estelar sigue en la estantería. Yo lo miro recelosa desde cierta distancia. No me atrevo a probarlo.
Déborah y Nicholai - Capítulo III - Chatarra.
El Príncipito descansa en la estantería, junto al Polvo Estelar. Desde aquella vez que intenté quitárselo, no lo ha vuelto a tocar más. A veces pasa por su lado, le dedica una mirada y se sienta al lado opuesto de la habitación. Se recuesta contra la pared y fija la vista en la nada. No me equivoco si afirmo que en su sistema de datos, estará más que guardado la obra completa, y conociendo a mi Pequeña, lo revisará desde allí. Lo buscará de sus entrañas, como cuando los seres humanos recordamos un momento que jamás volverá, pero tenemos la dicha de haberlo vivido intensamente.
Al principio me alegró comprobar que Déborah volvía a escaparse por las noches y creí que había vuelto a su antigua rutina lujuriosa. Pero no. Cuando volvía, repetía la secuencia que ya he nombrado mirando al vacío. Como si sus ojos pudieran destilar melancolía o taciturnidad.
Yo no pude más que preocuparme por ella y sentirme impotente, pero entonces pasó: se me ocurrió, desde mi parecer, una fantástica idea. Construir un nuevo droide. Un compañero.
He estado estos días trabajando duro, tanto consiguiendo el material, como construyendo los circuitos, sistemas, datos, y el esqueleto, por supuesto. Un arduo trabajo, que hoy, no me voy a dedicar a explicar.
Este nuevo droide tiene la apariencia de un hombre de la misma edad que Deborah. Rondando los veinte años. Es la única diferencia que tienen, la apariencia. En lo demás (ya sabe, a cuanto mecánica e informática se refiere) son exactamente iguales.
-Tengo una sorpresa para ti- le dije.
La llevé hasta donde reposaba el cuerpo inerte del nuevo gólem aún desnudo.
-Él está hecho para ti, y tú para él. Será tu compañero.
Posó sus negras y espesas pestañas en el droide, le tocó las facciones de la cara, los párpados cerrados, los labios, acarició los pectolares, los abdominales y pasó su dedo por el pequeño hundimiento del mentón.
-Eres una depravada - espetó- ¿Pretendes que cometa incesto con mi propio hermano?
Parpadeé varias veces.
-Verás...No es tu hermano.
-Tú eres nuestra madre, por lo tanto, sí que es mi hermano.
Maldito sistema de lógica y razón. Funciona sólo cuando le apetece. ¡Demonios!
-Sí, pero quiero decir que no tenéis conexión de sangre (¡no poseéis tal elemento!) - Paciencia, paciencia- Tu aceite orgánico no es el mismo que el de él, ¿comprendes?
-Pues yo no lo quiero. Lo has fabricado a tu gusto. No has tenido la amabilidad de preguntarme. Me quieres emparejar con alguien que aún no conozco.
(¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!)
-¿Y qué te crees, que así funcionan las cosas? ¿Que los seres humanos elegimos a la carta lo que queremos? -pausa- Mira, olvídalo. Como bien has dicho, aún no le conoces.
Terminada la disputa, me dispuse a despertarlo. Para el primer despertar no uso Polvo Estelar por precaución. Primero lo conecto a la red eléctrica, que tiene una carga menor y así se comprueba si todo marcha bien. Accedí el interruptor y...
Abrió los ojos lentamente y se encontraron los dos en miradas. Los grises de ella, con los verdes de él.
-Hola, Madre-dijo el recién despertado.
A diferencia de Déborah, no sufrió un chispazo en sus circuitos mientras lo montaba. De este modo, una información básica sí que poseía, entre ellas, el lenguaje. Si todavía lo recuerdas, Déborah tuvo que aprenderlo todo desde cero.
-¿Puedes moverte? - le pregunté. El droide asintió e inmediato se puso en pie.
-¡Muéstranos tu sonrisa!- y como cabía esperar, el droide obedeció.
Déborah me apartó de un empellón y tomó parte:
-¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta? ¿Te gustan las películas? ¿Y el cine? ¿el sex...?
-¡Déborah, que acaba de nacer, no tendrá ni pajolera idea de lo que le estás diciendo!
Pero tal razonamiento no fue suficiente para mantener la sonrisa de Deborah cuando éste dijo:
-No sé qué son tales cosas, Señorita, pero si Madre me ordena que me gusten, me gustarán.
El rostro se le ensombreció, arrugó la frente y vomitó:
-Chatarra.
Ahora yo estoy aquí con mi Pequeño conectado a la red mientras "duerme". Déborah hará media hora que se marchó malhumorada. Aliviará la rabia con sexo candente, imagino. Me compadezco del pobre hombre que caiga en sus fauces.
El no haber sufrido chispazo no sólo ha afectado a que el droide mantenga los conocimientos básicos. También mantiene lo que en teoría debe ser un droide. Déborah es un caso especial. Muy especial. Quizá la única en su especie. Una maldita mujer bicentenaria, como Robin Williams.
Podría desmontar al droide y causar el chispazo a posta. Tal vez funcionara, tal vez no. Pero no voy a hacerlo. Porque las obras, son como hijos, y los hijos hay que quererlos tal y como son. Con sus imperfecciones. Y en este caso, con su perfección.
Déborah y Nicholai - Capítulo IV - Mad World.
Bien.
Ayer vimos los tres juntos Blade Runner. Déborah estuvo expectante durante toda la película, prestándole mayor atención a Rachel (no hace falta explicar por qué). Cuando el film acabó, ella me preguntó preocupada:
-¿Vamos a morir dentro de cuatro años?
-No.
-Pero en la peli...
-No te creas todo lo que veas en la tele.
Seguí ojeando e inspeccionando las rutas interespaciales que había dibujado en un papel.
-Ella podía llorar, yo no puedo...-se le atragantaban las palabras-Créeme, no hay nada más frustrante que querer y no poder. También me gustaría soñar. ¿Cómo sabré si sueño con ovejas eléctricas si no?
-Pides demasiado. Esto no es como cuando te compro un libro, pagas y te vas.
Me comporté como una cerda. La estaba ignorando, enfrascada en el trabajo.
-Todavía hay esperanza para él - levanté la vista interesada - Puede que algún día aprenda a sentir.-entrecruzó sus dedos con los de él.
Ciertamente, me sorprendió su iniciativa hacia el gólem al cual había estado llamando durante días Chatarra. "Chatarra, haz esto", "Chatarra, alcánzame lo otro", "Chatarra, eres eficiente pero emocionalmente aburrido".
-Nicholai...-suspiró mientras entrecerraba los ojos pensado Dios sabe qué.
Por la noche Déborah se llevó a Nicholai al cine y yo me quedé sola en casa. Otro dato curioso es que la casa del Principito (aquel muchacho) era antiguamente un cine. Déborah frecuenta el cine muy a menudo. Según ella, "El cine es el primer arte, y luego están los demás".
Sí, las casualidades pintan la vida de una misteriosa belleza.
Nuestra casa, sin embargo, es pequeña y modesta aunque suficiente para los tres. Recordé el día que la compré, el día de la emancipación del hogar paternal.
Construí un satélite casero hace un año, y éste recolectó información secreta de ¿adivinas dónde? la ISS. Lo más normal es que me hubieran encerrado en un plastificado calabozo allí arriba. En vez de eso, Ellos quedaron fascinados con mis investigaciones y experimentos. Acordamos que si yo mantenía la boca cerrada, me subvencionarían. Ahora vivo de mis planos, hipótesis, mecánica, química, informática, y por si fuera poco, de mi Silencio.
Hice buenas migas con uno de ellos. El más taciturno de todos. Cowboy Space, o cariñosamente Space. Nadie revela su auténtico nombre y me tomé la libertad de elegir el pseudónimo. Se me hace más atractivo que llamarle nº 13-S. Que por cierto, odia su número. Manías y fobias con el 13. Va de allá para acá mirando sus zapatos al andar, apenas se relaciona, y si tiene que hablar, espera su turno. Nunca malgasta saliva. Yo que me siento atraída hacia las personas introvertidas, me acerqué a él como quien intenta descifrar la superficie o símbolo.
Hace días que no escribe. Le echo de menos. Juro que si vuelve a dar señales de vida, le llevaré aquel peluche de marinero que tanto quería.
Aprovechando que me encontraba sola, me fui a un pub. Aquella noche sería yo la Femme Fatale, una mujer sola en una barra. Vodka, whisky, ron, absenta, cócteles recorrieron mi garganta hasta el estómago. Debo admitir que andaba un tanto ebria. Un hombre de pelo encrespado pareció notarlo y se sentó a mi lado.
-Hola, preciosa. ¿Trabajas? ¿tienes novios? ¿qué te gusta hacer?
Risilla estúpida.
-Buenas, caballero. -entre risas tontas- Trabajo para la ISS. Soy una científica-mecánica de la plantilla superior, sector V, nº 369. -la voz sonaba distorsionada a causa del alcohol.- Mi mejor amigo es astronauta. Lo que me gusta hacer...-risilla imbécil- es viajar en mi nave espacial con mis droides. A veces hacemos excursiones a las nebulosas. -me sobresalto- ¡Pero no crea que dentro de ellas explícitamente, no me sea bufón! Para contemplarlas, hay que hacerlo desde una distancia considerable.-Tomo un vaso cercano y se lo puse en sus narices- No ve nada, ¿cierto?. Los pilares gaseosos de Águila son magníficos. Debería ir. También me gusta fumar Polvo Estelar. Los hipopótamos hambrientos son algo pesados, pero nada más. Los Equus Maris son exigentes, y se exasperan si les llamas Caballitos de Mar. Piensan que es una vulgaridad, un insulto. Las pipas reproducen un sonido chirriante y agudo un tanto molesto, y las refracciones...
-Señorita, está majara. Váyase a un médico.-El hombre de pelo encrespado se levanta dejando vacante el asiento mientras se carcajea de forma estridente y ordinaria.
Una mujer de unos veintitantos años ocupó el lugar vacío trayendo consigo su Bloody Mary.
-Pues a mí si me interesa lo que decía. ¿Podría contármelo?
Agité la pajita ensimismada.
-Eeeh, sí.
-¿Me haces un favor? Me gustaría que me tuteara.
-Eeeh, sí. -Me cuesta no ustear, es una manía que tengo.- Verá, mi droide femenina está empeñada en que quiere llorar y soñar. ¿Es consciente el arduo trabajo que acarrea? Para lograr que soñase, tendría que levantar la tapa de su cráneo, instalarle un reproductor y conectarlo a su disco duro. ¡No acaba aquí! Tendría además que fabricarle un sueño diferente para cada día y guardarlo en los archivos. Y para que llorase...por la misma tapa, colocar un pequeño acueducto, que habría que renovar el agua, y asegurarme que desemboca en las cuencas de los ojos.
-La verdad es que suena difícil. Dime, ¿cuál ha sido el mejor sueño que has tenido?
-El mejor...-eché mano a mi memoria- Ah, sí. Ya lo recuerdo. Mi oficio consistía en fotografiar relámpagos mientras volaba con un gorro-helicóptero. La ciudad que sobrevolaba estaba contaminada lumínicamente, pero eso no impedía que me cubriera un cielo estrellado. Había castillos, palacios de diferentes épocas y arquitectura moderna. Las descargas eléctricas casi me alcanzaban, pero yo volaba aprisa y las fotografías eran como escuchar el solo de "Hey you", o la letra de "Wish you were here" de Pink Floyd.
-¿Lo compartiría si pudiera?
Segundos de silencio.
-¡Sí, usted tiene razón!-golpeé la mesa con entusiasmo- ¿Qué es todo ese trabajo comparado con tal semejante visión? ¡Nada!-le estreché la mano-Muchas gracias, estoy muy agradecida.
-Descuida, no he hecho nada- Dibujó una sonrisa desbordante.
-¿Cree que soy inmadura?
-Deja la madurez para los árboles y la manzanas. Yo creo que su imaginación la hacen encantadora.
La mujer me acompañó hasta la puerta y me despidió mientras encendía un Fortuna con una cerilla. Al igual que una escena de película que se nos cala, yo jamás olvidaré cómo acercaba lentamente el cigarro a sus labios y aspiraba el humo. Jamás.
Nada más llegar, empecé a preparar el viaje. Déborah y Nicholai ya estaban durmiendo.
"It's a very, very mad world"
Déborah y Nicholai - ¡Piratas Espaciales! (Capítulo V)
-Risa alegre- Verá...
A la mañana siguiente desperté a mis gólems a primera hora de la mañana. Yo no había dormido en toda la noche planificando el viaje, y les mandé a ellos (hicieron de proletariado, vaya) poner a punto la nave blanca como perla de mar. La Pegassus.
Íbamos bien por la ruta N-64 cuando nos sorprendieron tres naves a nuestro costado. Negras como el ébano. Como las alas de un cuervo. Mi Pegassus es una nave pensada para el viaje, no para la guerra. Posee misiles y ametralladoras de nivel estándar. Básicas sin llegar a ser del todo cutres. La maravilla de la nave es su velocidad y agilidad. Siendo yo una excelente estratega, y me disculpo por la hemorragia de ego, pude esquivar y burlar el ataque repentino de estas naves piratas. Porque en una de mis maniobras pude comprobar el símbolo pirata en la nave de mayor tamaño. Se trata de un águila cuyas alas están extendidas y bordeada en blanco. Debo decir que sobrevivimos gracias al potente escudo electromagnético de defensa...
Cansada ya de jugar a piratas y corsarios, activé la velocidad-luz y salí disparada del panorama. O eso creí...
Al parecer al Capitán no le agrada dejar huir a sus oponentes, y antes de que yo activase nada, subió a una cápsula con forma de insecto y se "pegó" literalmente a la Pegassus. Una acción valiente, pero estúpida.
Creo que en la escuela de piratas no le enseñaron que una capsula aterrizando en una pared metálica hace ruido. Solo tuve que enviar a Nicholai y a Déborah con su fuerza sobrehumana para que le cogiesen in fraganti antes de que pudiera ni siquiera agujerear mi nave. Já. Lo até a una silla con una cadena la cual si percibe indicios de forcejeo, emite descargas eléctricas.
-A ver, Piratilla, ¿Qué coño os he hecho?- voz tranquila pero autoritaria.
-¡Sucia perra esclava del Gobierno!- me gritó fuera de sí.
Ya comprendí. Trabajo para la ISS. NASA. La mayoría de los terrestres viven en la ignorancia, y desconocen que existe vida más allá de sus cabezas. También desconocen que la NASA es uno de las más influyentes corporaciones del espacio. ¿De verdad se creían que con todo el dinero que manejan sólo se dedicaban a investigar sin fines lucrativos? Ilusos. Son poderosos, egoístas y... yo formo parte de la mierda. Mantener a la gente en la ignorancia es primordial, puesto "un pueblo ignorante, es un pueblo manejable". Algunos astronautas y trabajadores abandonaron su puesto y exiliaron cansados de la situación injusta y explotadora. Por una parte están los Piratas, que se dedican a robar en lo que puedan a las organizaciones y compartirlo con los más desafortunados y los Rebeldes o la Resistencia, mejor armados y con experiencia militar, con planes más estratégicos y no tan alocados como los primeros. Así fue, como hace años, la raza humana se extendió por el universo.
-¡Soy el Capitán y exijo que me sueltes o mis camaradas te destrozarán el cacharro!
-El problema actualmente lo tiene usted, que está en mi nave y a punto de tiro. Así que controle su cabezonería, que ahora mismo quien habla es su actitud radical hacia el sistema. ¿Cómo se llama?
- Capitán Jack.
-Sparrow -reí, pero él no pareció entender el chiste.
Paseó aquel instante Déborah desnuda delante de los ojos de Jack. Él se la comió con la mirada.
-¿Te gusta?- reaccioné de tal modo que incluso tuteé. ¡Tuteé!- ¡Pues no la vas a disfrutar! ¡Déborah, donde pueda verte!
-No es lo que parece...-se excusaba- sólo intentaba poner celoso a Nicholai para que reaccionara... pero...-Nicholai se encontraba en los mandos del piloto sin inmutarse.
-Ve a vestirte.-Me dirigí entonces a Jack- Ya veremos que hago contigo... de momento, vendrás con nosotros a Kalei. Que se encarguen de ti las Criaturas Marinas kaleianas. Me han comentado que cuando están hambrientas, comen de TODO.
El piratilla que gastaba soberbia, no pronunció palabra. Pero yo pude adivinar por sus gestos que estaba aterrado ante la situación.
El planeta Kalei es en su totalidad acuático. Las Criaturas Marinas, que son seres muy impredecibles, casi irracionales, movidas por impulso o por conveniencia, construyeron plataformas para comerciar con razas terrestres. Existen pequeños pueblecillos comerciales donde conviven tierra y agua, pues las Criaturas son anfibias. Las ciudades grandes y de mayor prestigio se encuentran en el fondo marino. Allí aguardaba un químico especializado en la materia, ya que yo por muy química que sea, desconozco las particulares de ese planeta. Su lengua nativa es el blargable, Es un sonido ronco y profundo. Si tuviera que ponerle fonemas sería algo como "larg, labgrbarlagab brlagrbalabgrbalablarg, lagrbrbga." Por suerte, mi Criatura sabe hablar perfecto idioma terrestre. ¡Ah, y pueden adoptar forma humana! No me lo explico. Mi Criatura tiene pelo largo castaño, gafas, es muy alto y delgado. Lleva un gran sombrero fofo y ancho color verde esmeralda. Le queda ridículo. En cuando a la forma de Criatura...En fin, se lo tendré que terminar de explicar otro día. Aquí vuelve...
Deséame suerte, creo que nos vamos a sumergir a su laboratorio en no sé qué corriente. Todavía no manejo el blargable. Para decirlo tendría chirriar una pizarra, hacer que gruñiera un gato y usar una motosierra. Madre Santa...
Me quito una escafandra para ponerme otra...
Siempre a su servicio, V.
Déborah y Nicholai - Capítulo VI - Caleidoscopio
La complaceré, pues.
Mi científico Kaleiano me llevó hasta su laboratorio submarino. Fuimos en su carroza (yo con escafandra puesta hasta la llegada) tiradas por sus fieles mascotas: Congrio Gigante Asesino y Boquerón Gigante Asesino. Dentros allí, en las cúpulas conectadas por pequeños pasillos, me explicó por qué al planeta Kalei se le conoce como tal. Aunque ya sabe que en Blargable suena de otra manera. Las rocas componentes del fondo marino de Kalei, contienen diferentes formas y colores simétricas semejantes a un Caleidoscopio. Pero al contrario que éstos, las rocas son sólidas y no imágenes proyectadas en tres espejos. Material con el que precisamente investiga mi buena Criatura.
Las Criaturas Marinas tienen una piel dura con pequeños salientes donde se quedan enganchadas las algas de su ecosistema. Dependiendo donde vivan, así será el color de sus algas, que suelen tapar casi todo su cuerpo. Una Criatura puede comer cualquier tipo de carne, pero prefieren alimentarse de pequeñas presas que para su extraño paladar resulten deliciosas. Tienen cuatro estómagos diferentes. Si una Criatura pierde un estómago puede seguir digeriendo con los restantes. En su vida social, dan sólo prioridad a una cosa. El sexo. En la sociedad kaleiana no existen los rumores y las acciones "mal vistas", son bastantes independientes los unos a los otros y sólo suelen reunirse por motivos sexuales o económicos. Son algo fríos, pero hay que resaltar que conviven unas con otras con bastante tranquilidad y sin ningún conflicto social como la moral (y evidentemente lo que nuestra querida amiga acarrea). Es simple. Si no está establecido, no puede tomar forma, perjudicar, crecer, ni hacer que vayan en línea recta a partir de.
Después de la charla, la explicación del material y de la sociedad del planeta, mi Criatura y yo vimos conveniente volver a la nave y echar un vistazo a mi rehén y a mis droides. Sólo por asegurarnos.
Allí arriba, todos los Ángeles y la Corte Celestial oyeron mi grito de frustración ante lo que veían mis ojos. Frustración por no haberlo evitado.
Déborah movía rítmicamente sus caderas en la entrepierna del Capitán Jack. Él atado con los pantalones bajados. Ella reproduciendo sonidos de gozo. ¿Gozo...? ¿Goza? Clavaba los dedos en su melena negra. Él tenía los ojos desencajados. Nicholai estático mantenía sus pupilas inertes en la escena. Sin hacer nada. Todo sucedió muy deprisa. Ella bajó del potro. Él rogó que le subieran los pantalones. Nicholai seguía quieto. La Criatura no entendía el por qué de mi drama. Déborah se limitaba a decir lloriqueando "No reaccionaba. Nicholai no reaccionaba. Le ordené que mirara". Jack estaba agotado. A saber cuánto tiempo había estado Déborah obligándole a practicar sexo. Ella había estado encima, pero todo hombre tiene su límite.
Como castigo desconecté a Déborah durante dos horas aproximadamente, y desaté a Jack.
-Verás...-musitó él- De improvisto se me acercó y sin permiso ni delicadeza me bajó los pantalones y...-se sentó de cuclillas y se llevó las manos a la cabeza- Yo no pude evitarlo, estaba atado.
-Sé que si hubieras puesto resistencia las cadenas te transmitirían electricidad. Sé que Deborah está a salvo. Su cuerpo es capaz de retener la electricidad sin problemas...
-¿Retener electricidad?- preguntó perplejo.
-Sí, claro. -dije con naturalidad y evidencia.
-Sigo sin comprender...¿tu hermana absorbe electricidad?
-No es mi hermana. Es mi droide - sonreí- Te ha violado un androide. Dicho así suena muy feo (y cómico)
Levantó la mirada para volver a enterrarla en el suelo.
-Un jodido robot...-tragó saliva- A mí ni siquiera me gusta practicar el sexo. Quiero decir, no es que me repugne. Lo que odio son las necesidades físicas que distraen la mente. Comer, beber. Necesidades que el cuerpo exige. Si pudiera las suprimía.
-Ha sido todo un halago que la hayas confundido con una persona. Trabajé mucho en ella. No esperaba menos -ignoré su pequeña declaración sexual. La verdad es que no suelo hablar de sexo, y menos practicarlo. Me bloqueé y preferí hablar de mi trabajo. Creo que mi voz titubeó.
-¿Entonces el otro chico...?
-Nicholai también es un droide. Pero él es totalmente eficiente. No es como mi Pequeña Zorrilla -aproveché el momento de acercamiento- Cuando mi científico Kaleiano me prepare lo que necesito volveré al planeta Tierra. A ti te dejaré aquí y te daré la oportunidad de que te busques la vida. No sé, llama a tus camaradas que vengan a por ti o qué sé yo. Poco me importa, la verdad.
Después de minutos que se hicieron interminables y un empujoncito a su propio orgullo Jack me dijo:
-Te debo una, Sucia esclava del Gobierno. Seas quien seas estoy en deuda contigo. -se puso serio- Pero si coincidimos en el campo de batalla, no tendré piedad. Mi misión está por encima.
-¿Que el deber? -risa sarcástica- No te preocupes, estoy acostumbrada. No se aleja a lo que los terrestres toman como su "propia misión". Es inútil ser moralmente correcta en un mundo inmoral ¿no?
No sé si Jack me había comprendido o no, pero el caso es que me sonrió. Y esa sonrisa con ese pelo negro (mi fetiche) me parecieron encantadores.
Los piratas no tienen coordinación y van por guerrilleras dispersados en diferentes grupos. Cada grupo tiene un Capitán diferente. Los Piratas son impulsivos, pero muy fieros y fuertes en el ataque. Su valía los caracteriza. Su estupidez conducida por la imprudencia, también.
Los Rebeldes sin embargo están centralizados y cooperan conjuntamente con un sólo Capitán al mando y una base principal común. Estrategas, mejores cualificados en armamento y más civilizados.
Ambos a su manera causan problemas a las organizaciones gubernamentales espaciales.
Los Piratas suelen atacar a las personas relacionadas directamente, los rebeldes a las bases, estaciones y naves nodrizas (prefieren atacar el núcleo interno)
Tal como dije, cuando la Criatura tuvo lista mi aleación de minerales con la curiosa sustancia "Caleidoscópica", llevamos a Jack al puerto. Sentí cierta lástima al pensar que nunca más le volvería a ver. ¿Por qué se inventaría el adiós si existe el hasta luego?
Débora y Nicholai - Un pequeño Adelanto. (Capítulo VII)
AVISO, ALTO CONTENIDO DE SPOILER.
Esto sólo es un pequeño boceto y adelanto. En realidad, lo más seguro es que esté divido en dos partes y haya explicaciones más exhaustivas de... ¿todo?
Me llevaron a base de tiro y puntapiés entre los pasillos translúcidos. Parecía que pisaba las estrellas. De hecho, así era. Recorrí bastante distancia hasta la celda. O quizás no. Quizás estuviera demasiado drogada. Risas groseras y chistes sobre cómo abatieron a los rusos. Esa fue la banda sonora del trayecto. Mareo, asfixia, náuseas. De un empujón caí en el calabozo.
-Esto te enseñará a mantener la puta boca cerrada. Conque creías que ibas a burlarte de nosotros, los Imperialistas de este nuevo Mundo.
Apenas discierno las horas o lo que ocurrió allí. Tiempo después tuve conciencia que estuve V días encerrada, en los cuales no comí y estuvieron inyectándome algún tipo de droga mediante el aire. Malditos bastardos...
A veces las horas parecían años y otras tantas apenas un micro segundo. A veces me veía correr en la arena de la playa y otras caer a un abismo interminable. A veces sentía que había muerto cientos de veces. A veces me sentía una soñadora distante en la inmersidad del solitario y misterioso cosmos.
A veces... A veces...
Se habían llevado a Déborah y a Nicholai. Estaba sola. Totalmente. Como antes de haberlos construido. Como cuando la partida de mi hermano. Entraba a hurtadillas en su habitación e inspeccionaba todos sus planos hasta que les di forma. Él nunca lo había hecho. Álvaro, ¿dónde estarás ahora? ¿te seguirás acordando de mí?
Una explosión agujereó mi puerta. Una gran búrbuja blanca entraba en mi calabozo. Olía a plástico quemado con fuerza. Seguía tendida en el suelo con la vista a la luz fluorescente del techo. Sin fuerzas para moverme. Apenas sabía dónde estaba.
-¡Cogedla, hay que sacarla de aquí inmediatamente, no sabemos cuanto más podrá resistir!
Algo o alguien me levantaba del suelo. Me pareció ver el brillo verde de los ojos de... ¿pero era posible?
-¡Space, no nos queda mucho tiempo, la compuerta no tardará en abrirse!
-¡Diablos, Lamba, estoy enterado de lo jodidos que estamos! ¡Abrirás la compuerta a mi señal, Jack! ¡Lamba, tú te encargas de la fila de la derecha y yo me encargo de la izquierda! ¿Entendido?
Los párpados me pesaban demasiado. Mi corazón se relentizaba más y más...No sentía aire en mis pulmones. Estaba claro. Hasta un idiota se daría cuenta. Me estaba muriendo.
-¡¡¡Madre, aguanta, madre!!!
El sonido era cada vez más distorsionado. Se iba perdiendo entre estridentes sonidos de disparos y gritos.
-¡Joder!
Desperté en una baldosa blanca en medio del Cinturón de Kuiper. Lo sabía porque podía divisar perfectamente al planeta X. Estaba muy lejos de casa, la Tierra, y de un momento a otro tuve necesidad de huir. Correr a mi hogar. Volver, sentirme segura. A cada paso una nueva baldosa aparecía antes de que colocara el pie en la superficie. Corrí y corrí sin mirar hacia atrás. Pasé Neptuno, aquel tan azul y sin embargo, no me detuve a observarlo como acostumbro.
Al fin llegué. Mi hogar. Mis litros de pintura que caben en tres retinas. Cruzaba la estratosfera cuando una chica rubia se me puso delante obstaculizando mi paso. Ella no pisaba suelo. Levitaba.
-No me dejas pasar.
-¿Por qué caminas si no hay gravedad?
-No lo sé, pero quiero pasar y molestas.
-No te dejaré. Las estrellas de Ara comentan que no eres capaz de flotar porque estás en fase de Crisálida. Las ideas fluyen como mariposas.
-¿Y qué tengo que hacer?
-Vomitar vanguardias mientras te columpias en las telarañas del subconsciente. Suicidar tu cuerpo. Olvidar los sentidos. Practicar sexo a través de la mente.
Enarcó una ceja y una fuerza invisible me lanzó fuera de la baldosa. Caía en picado. Caía en picado a una velocidad vertiginosa y llegó un momento en que bajo mis pies apareció una superficie. Un límite dentro del infinito.
Esa era la ecuación sin resolver. El problema.
Me incorporé de la cama nerviosa. Parpadeé varias veces para acostumbrarme a la luz. Conocía el lugar. Estaba en mi Pegassus. Salí de puntillas de mi camarote y me encontré de espaldas a un hombre con una escafandra de la ISS. Mi primer reflejo fue sobresaltarme. Se giró lentamente.
Space. Mi querido Space. Era él. Me lancé a sus brazos y tras unos segundos emotivos, miré a mi alrededor. Allí también se encontraban Jack el Capitán pirata, mi Criatura científica Kaleiana, Déborah, Nicholai y un nuevo muchacho que no conocía.
-Este es Lamba. Era el líder de la Resistencia.
-¿Qué hacen ellos aquí?
-Verás, V, nuevos tiempos se avecinan... Los Piratas y la Resistencia ya no existen. Es más, el viejo Space que tú conociste tampoco existe - Se arranca el icono de la ISS del brazo - Una nueva era comienza. Una era de Libertad y Victoria. Ellos están aquí porque quieren. Por gusto. No quieren vivir más arrodillados. Quieren luchar. Y si hay que morir intentándolo, seremos los primeros en beber de las aguas de Estigia surcadas por la barca de Caronte.
Miré a los ojos a Nicholai. No cabía duda. Él era quien me había cargado. No podría borrar el brillo de sus ojos verdes de mi taladrado cerebro. Y aquella Chatarra eficiente había reaccionado. Al fin. Sus gritos de desesperación le delataron. Sentía. ¿Cómo no pude adivinarlo en sus ojos verdes?
-Ya no habrá nunca más diferencias.-Continuó Space- No importa razas, procedencia, costumbres sociales. Todos unidos por un mismo objetivo. La liberación. -apoya suavemente su mano en mi brazo - Bienvenida, V. Bienvenida a la tripulación de los Cowboys del Espacio.
Déborah y Nicholai - Óxido. (Capítulo VIII)
Después de nuestra visita al Planeta Kalei y dejar al Capitán Jack, volvimos a casa. La Tierra. Como ya le dije a la misteriosa mujer de los Fortunas, tuve que realizar toda la operación que le expliqué para que Déborah pudiera llorar y soñar. Al menos, Nicholai me sirvió de auxiliar. Tuve especialmente cuidado a la hora de la cuestión onírica, ya que debía toquetear dentro de su cráneo donde se hallaba (no toda) pero parcialmente la actividad energética de la gólem. Cuando terminé me encargué de las cuencas de los ojos, pero para ese "trabajillo" anduve más tranquila.
Al día siguiente, después de haber "dormido" Déborah intentó definirme entusiasmada un sueño. Yo tuve que fingir sorpresa y exclamación ante una visión que conocía perfectamente. Recuerde que los sueños se los fabrico yo. Soy una "Guardián de Sueños" -risas- No me malinterprete, todo este asunto me traen viejos recuerdos. Si él supiera... que todo lo que decía se ha hecho verdad de una forma u otra.
...Pero ésa es otra historia, y me temo que si debe ser pronunciada, será otro día.
Poco tiempo después mientras paseábamos por la ciudad hacia un taller donde venden buenas herramientas, Déborah se paró ante un escaparate.
-Es una tienda de Arte.- dije.
-¿Qué es eso? ¿Puedo pintar en él?
-Se llama lienzo y... ah, ya comprendo.
Como podrá imaginar le compré unos cuantos lienzos, pinceles y óleo para que pudiera pintar. Antes de que yo le preguntara nada, dijo:
-Es para pintar lo que sueño.
-¿Cómo Dalí?
-¿Y ese quién es? No le conozco. ¿Sale por los pubs que yo?
-Eh, no, y me parece que conocerle, no le vas a conocer...
-¿Por qué? Qué tío más antipático.
Retomaré la conversación sobre Dalí en otro momento. Cuando Déborah esté bien informada y pueda seguirme la conversación.
-Lo que digo -prosiguió ella- es que me cuesta demasiado explicar mis sueños. Pienso que es mejor que puedas verlos.
Déborah, la torpe y tosca Déborah. La impulsiva, frágil y atolondrada. A veces parecía idiota, y otras decía -a su manera- sabidurías.
-Tienes toda la razón. Es muy difícil explicar la abstracción con palabras banales.
Y me sonrió porque la había entendido.
Al día siguiente estrenó sus materiales de pintura. Cuando acabó me llamó y me asomé a mirar. ¿A que no adivina que pintó? Un cielo estrellado surcado por relámpagos de diversos colores.
-¿No es lo más bonito que has visto en toda tu vida? -preguntó
-Sí, sí que lo es. Te envidio.
Llamó a Nicholai y le pidió su opinión al respecto. Nicholai se encogió de hombros y me miró buscando una respuesta que decir. Yo negué con la cabeza para explicarle que no iba a ordenárselo. Pero el droide no lo comprendió y me imitó. Negó con la cabeza. Déborah se sintió muy ofendida. De la misma frustración, en aquel momento, estrenó sus lágrimas. Como de costumbre, salió corriendo y pegó un portazo.
No apareció en toda la noche.
A la mañana siguiente llegó mientras desayunaba. Lucía una amplia sonrisa. Pasó por el lado de Nicholai apenas sin mirarle y se sentó frente a mí.
-He conocido a un chico. -ella hablaba mientras yo masticaba una tostada- Es diferente a los demás. No ha intentado acostarse conmigo. Hemos hablado de muchas cosas. De cine, de arte, de música. También he aprendido algo nuevo: "Filosofía". Es muy interesante, pero algo complicada. Es más o igual de atractivo que Nicholai. Me gusta mucho.
-Sólo le conoces de un día, ¿ya estás tan segura?
-¡Es mejor que estar enamorada de una Chatarra! -desvía la mirada hacia Nicholai apretando los dientes.
-Tal vez. -Acerqué mi taza de café y bebí un sorbo después de tal contestación que no decía Nada.
Esa misma noche, Déborah salió con el supuesto chico encantador. Yo fui al trastero con la intención de ordenarlo un poco cuando me encontré de narices con una de las espinitas que tenía clavada en el corazón. Mi guitarra.
La pobre tenía las cuerdas oxidadas, pero su pintura verde seguía intacta en perfecto estado. Verdina. Qué recuerdos. Aunque me avergüenza confesar que sólo me aprendí unos acordes. Al final dejé de lado el trastero y me concentré en la guitarra. Estuve tocando hasta que Déborah llegó. Advertí que tenía las mejillas mojadas, así que no le pedí explicaciones de absolutamente nada. Ya recuerda su manía de hablar poco cuando debemos interpretar que está triste.
-¿Te gusta? -inquirí- Es una guitarra electro-acústica.
-¿Podrías enseñarme a tocar algo con ella?
-Claro, pero yo no sé mucho, la verdad.
Le enseñé lo poco que sabía y los días siguientes ella se apoderó de la guitarra. Pero eso no fue lo único que hizo. Por desgracia... La semana siguiente, advertí que cogía latas de aceite orgánico del almacén. Por las noches, bebía tres o cuatro seguidas mientras tocaba la guitarra. Usted no lo comprende, cuando circula demasiado aceite orgánico, el sistema no es capaz de adherirlo todo y causa el mismo efecto que pudiera causar el alcohol. Así estuvo más de una semana sin parar. Un día me pareció que ya era suficiente. Ella tocaba un Blues muy triste. Había aprendido a tocar lo que yo y más. Y pensará "Para un droide será algo chupado". Pues no. Es verdad que la música es matemática en parte, pero hay más. Tiene que ser tocada con alma y espíritu. Si yo le dijera a Nicholai que tocara, lo haría de una forma perfecta y limpia. Pero probablemente no transmitiría nada porque no tendría chispa. Y ya no hablemos de la improvisación...
-Bebes demasiado, Déborah, no es bueno para ti. ¿Quieres que se te oxiden los tornillos?
-Qué más me dará unos tornillos o el esqueleto que soporta mi cuerpo. ¿Qué más me dará si el corazón se oxidó?
-No hables así...
-Estoy cansada de ser un coño. -atajó, de repente. Nunca la había oído decir esa palabra. Jamás. Abrí mucho los ojos.- Antes estaba agusto porque era lo que yo quería. Lo que buscaba. No me importaba porque yo no esperaba más de los hombres. -suspiró- pero esta vez yo quería algo distinto. Conversar, ir al cine... No sé, algo que no acabara en penetración a las dos horas.
Por lo visto aquel energúmeno la endulzó con palabras tiernas hasta que se acostó con ella. No volvió a llamar más.
-En ocasiones el pulso se me acelera, la boca se me reseca, me duele el pecho y noto como mi bilis se revuelve. Me imagino mis vísceras de un color azul-violáceas moviéndose en mi interior. Entonces me cuesta respirar, hiperventilo y pienso "Ha llegado la hora de morir". ¿Te ha pasado alguna vez?
-Déborah... Tu más que nadie mereces ser un "Alguien" y no un "algo".
Me devolvió las latas y la guitarra y me dijo que se marchaba a dormir. Debo suponer que va a dejar la fea costumbre. Me alegro. Me tenía preocupada. Espero que las cosas vuelvan a la normalidad. Y si no vuelve a tener sexo con hombres anónimos -que esto realmente no importa ni empezará a importar nunca- vuelva a recuperar ese rubor en las mejillas, sus preguntas estúpidas y esa energía que siempre la han caracterizado. Esas ganas de vivir.
Nicholai posó su brazo sobre mi hombro y sus ojos desprendieron un pequeño centelleo. Por entonces no supe descifrarlo.
Déborah y Nicholai - Nostalgia (Capítulo IX)
Siento la tardanza, querida. En estos meses V ha estado ocupada. Se lo crea o no, me enviaron a batalla. Sí. Yo tampoco lo podía creer. No soy un soldado.
Fue en uno de esos días calmados de Octubre. De cuando las hojas empiezan a caer y crujen bajo nuestros pies al andar.
Yo estaba, como de costumbre, enfrascada en mi trabajo. Nicholai y Déborah contemplaban juntos una pequeña cortina de llovizna a través de la ventana. Entonces los oí conversar:
-¿No te parece que la peor de las emociones es la nostalgia?-Nicholai miraba la ventana embobado sin siquiera mirar a su receptora.
-Claro... no sé para que te pregunto a ti, montón de cables...-suspira.
-Vaya...-Para expectación de todos, habló- Creía que mi apodo era "Chatarra".
-Es igual. Tú no eres capaz de percibir más allá de tus datos ya almacenados. Es como hablar con la tostadora...
Nicholai se aclaró la garganta.
-Está bien.- La miró- ¿Cuándo te refieres a nostalgia, hablas de aquel sentimiento que padecemos cuando añoramos un recuerdo vivido? ¿A un tiempo pasado? ¿A ese espectro inofensivo pero que nos aprieta el cuello? Has dejado pasar algo por alto. En teoría, si tengo datos ya almacenados, como dices, podría percibir y comprender sobre ello. Nostalgia. -Se levanta y apoya las manos en el alféizar- Déjame darte un nuevo argumento. Yo sé de algo peor. Añorar lo que no ha ocurrido. No tener donde echar mano a tus memorias. Contentarte con inventar un mundo paralelo. Jé - con tono irónico- Tienes toda la razón. Mi argumento es una mierda. No tengo la menor idea de lo que es tener Nostalgia.
Y esa fue la primera vez que el portazo no lo dio Déborah.
-Increíble...- Logré articular al fin. -¡Increíble!
-Madre, ¿has desmotando a Nicholai y has creado uno nuevo?
-No. ¡No! ¡Rayos y retruécanos! ¡Demonios! ¡Pardiez! ¡Que me aspen! -Risa casi gutural- ¡Soy una genio!
Mi risa arrogante se mezcló con un "No es posible".
Durante los días siguientes Nicholai no volvió a dar muestras de inteligencia no-artificial. Es como si hubiera saltado una chispa para volver a apagarse. Yo no perdí la esperanza. Estaba dispuesta a esperar X tiempo si hacia falta para volver a videar aunque sea, la estela del cometa.
-¡Debo apuntar estos progresos en el ordenador ahora mismo!-Corrí rauda hacia el PC. Un molesto pitido sonó cuando se encendió.- ¡Maldito sea quien inventó la publicidad y los SPAMS! Espera... ¿Un mail de...?
-Madre... estás muy excitada... Nunca te había visto así...
-¡No jodas! -le grité a la pantalla- ¡Hoy los jodidos hados se han puesto de acuerdo para mantener mi cuerpo agitado!
-Madre, ¿Me oyes...?
-No hay tiempo, Déborah, he de marchar ahora mismo. Cuida de la casa y de Nicholai.
Quedamos en un garito donde lo que se podía oír era Rock y Metal. Qué viejos recuerdos. Cuando llegué, sonaba Slayer.
-Largo tiempo, Karen.
-Ya nadie me llama así.
-Bueno, espero que me cedas aún el derecho. Creo que lo gané.
-¿Te importa que fume?
-No me gusta el tabaco, pero adelante.
Me hubiese encantado cogerle del brazo y arrastrarle a mover la cabeza al ritmo de la música. Como solíamos. Él y yo.
-¿De qué me tenías que informar?
-Ruta X-360. ¿La conoces?
-Sí. Tengo entendido que nuestros "camaradas" están intentando invadir un planeta de pequeño tamaño allí.
-Exacto. Pequeño pero plagado de recursos. Los habitantes apenas pueden defenderse, y habría sido una batalla ganada, pero la Resistencia ha tomado parte.
-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
-Han decidido mandarte.
-¿Cómo?
-Mira, nadie se equivocaría si dijera que eres la que mejor mano tiene en la plantilla para arreglar artefactos. Al parecer te necesitan.
-Ya veo.
-No te extrañes si acabas con un fusil entre las manos...-Quedé enmudecida- Ah, exigen que lleves a tus droides contigo. Podrían ser útiles.
-¿Cuándo nos dejamos meter en esta mierda, Álex?
-Cuando amenazaron con matar a nuestros seres queridos.-Posó una mano sobre la mía. - No importa lo que pase, yo siempre seré El Principito. Siempre nos quedara Astra.
El chico de la casa monstruosa y naranja. El del paso por el mar. El de los ojos grandes y fijos en los que no te importaría verte reflejada eternamente. Armonía pura. Semejante pero contradictoria personificación. El primer amor de Déborah se encontraba cara a cara a mí.
-Recuerdo haber oído que no estaban muy contentos con la estética de tu droide masculino. ¿Cómo se te ocurre además ponerle un nombre ruso? ¡Es a mí y me soportan porque soy una rata soplona!
-Bautizo a mis hijos como quiero. Demasiado es ya que finja creer que dos más dos es cinco...
-¿No será que me echas de menos?
-Sigues siendo el mismo patán de...
No me dejó continuar. El extrañado contacto de su piel me calló. Nos fundimos en un abrazo que hacía años esperaba. En mi cabeza sólo podía sonar una canción.
Desolate Ways.
http://youtu.be/iZPKBAnkEaE
Déborah y Nicholai - Black Tongue (Capítulo X)
Diario del Capitán V. Ruta X-360 I
El planeta al que nos han enviado se llama Hysteria (en pronunciación terrícola). Es la primera vez que lo visitamos. Se encuentra a bastante distancia del planeta Tierra. Más que Sevis o el planeta acuático de las Criaturas Marinas.
Su atmósfera es más ligera y clara. Su cielo es de un color azul pálido. Como si una liviana capa de nubes dispersas anduvieran pegadas al límite del cielo. A veces si dejas la vista fija en un punto muerto, llega a parecer que el cielo de un momento a otro se va a derramar sobre ti. O quizás yo lo imagine. Dos lunas custodian sus noches. Una es anaranjada, la otra es de un tono rojo- purpúreo. No podría explicar del todo este color, ya que no existe en la retina del paisaje acostumbrado de un terrícola. Las noches son magníficas. Tengo la teoría de que es el efecto de los dos satélites y su peculiar color el que dan a lugar al marco de luces de después del Crepúsculo. Casi se asemejan a los espectros electromagnéticos.
Se trata de un planeta pequeño muy frondoso, con grandes bosques y selvas que lo surcan caudalosos ríos. Como un gran Amazonas. Tengo entendido que sus habitantes son pacíficos, pero aún no he tenido la oportunidad de averiguarlo. Aunque eso apoyaría el por qué de la presencia de la Resistencia...
Fin de la descripción formal.
Me reuní con mis superiores en una base que está situada encima de una colina. <<Buen punto estratégico>> pensé.
-Ah, mirad quien ha llegado. La mejor científica experimental de la plantilla superior.-sonreí con el mismo agrado que haría si en ese momento me estuvieran sodomizando con un bate de beísbol.
El fornido, arrogante y a la vez burlón "Steel Panther" (recuerdo que todos en la NASA tenemos un mote, un número o pseudónimo), un papanatas y rufián al que encargaban como líder en casi todas las operaciones violentas. La típica persona que se cree excremento y no llega a flatulencia.
-Éstas son tus indicaciones -dijo Steel Panther- De momento sólo te encargarás de arreglar tanques, motos u otro tipo de vehículos vía tierra-agua que puedan ser dañados. No utilizaremos nada aéreo. Podría causar demasiado estragos en el planeta y no nos conviene, ya que necesitamos sus recursos en buenas condiciones.
-Entiendo. Todo se ha complicado por la inutilidad de usar naves y la llegada de la Resistencia, ¿cierto?
-Eres una chica muy lista para ser tan joven. Si usáramos las naves en un principio, este planeta ya estaría más que invadido, colonizado y en nuestra posesión. Pero, ¿de qué nos sirve un planeta arrasado? -risa estridente- Bueno, no hablemos más y manos a la obra. Por ahí tiene que andar "Black Tongue", por si quieres más información.
Aunque le recordarás por Álex, se encontraba dándole unos últimos retoques a una moto terrestre con cubierta.
-Oye, pues no se te da tan mal la mecánica.-él levanto la cabeza buscando a su receptor.
-Ah, Cara-Pan, eres tú. Ya sabes que lo mío es la informática.
-Cara-Pan...- musité entre dientes- Unicelular- dije en voz alta y clara.
-¿Aún sigues con eso? - se carcajea- ¿Y qué le voy a hacer si soy un hombre? Nunca me lo vas a perdonar, ¿verdad?
Obtuvo el silencio como respuesta.
-¿Has pensado que ésta puede ser la última vez que nos veamos con vida?
Me paralicé. Siempre tengo el presentimiento de que podría morir, pero nunca se me pasaría por la cabeza el cuerpo inerte del Principito. Nombre que le di para hacerle olvidar el suyo de esclavo. Black Tongue.
-No pongas esa cara, nena. Todo saldrá bien. He tenido que mover muchos hilos para asegurar de que sólo seas mecánica aquí en base y nada más. Estarás a salvo. Pero yo tengo que ir allí, al otro lado de la colina, y por si acaso, y sólo acaso me gustaría tener como última imagen una Karen no enfurruñada.-Arranca el motor- ¿Te has fijado? -grita mientras avanza la moto hacia su destino- ¡Hay dos Lunas, así que asegúrate de no mirar al dedo!- Y así, sin más, se despidió de la manera más extraña que pudo concebirse.