Iniciado por
KIMO
Antes era blasfemo, perseguidor e insolente.
Sin embargo, se me mostró misericordia
porque había actuado con ignorancia (1 Tim. 1:13).
Antes de hacerse discípulo de Cristo, el apóstol Pablo —conocido entonces como Saulo—
era un joven insolente que perseguía a los seguidores de Jesús (Hech. 7:58).
Pero el propio Jesús le habló desde el cielo, lo dejó ciego y le impidió que siguiera atacando a la congregación.
Para recuperar la vista, Pablo tuvo que recurrir a las mismas personas a las que había perseguido.
Fue humilde y aceptó la ayuda de un discípulo llamado Ananías, quien le devolvió la vista (Hech. 9:3-9, 17, 18).
Tiempo después, Pablo llegó a ser un miembro importante de la congregación cristiana,
pero nunca olvidó la lección que Jesús le enseñó cuando le habló desde el cielo en el camino a Damasco.
Mantuvo una actitud humilde y aceptó de buena gana que lo ayudaran sus hermanos y hermanas.
Reconoció que ellos lo habían ayudado y fortalecido mucho (Col. 4:10, 11,