LA BIBLIA NO ES TODA Palabra de Dios...
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Torquemada
Hay algo en la Historia Sagrada que presenta una notable contradicción. Se supone que todo lo que nos rodea, todo lo que vemos y lo que no podemos ver, ha sido creado por un ente omnipotente, omnipresente, omnisciente y eterno llamado Dios, Yahveh o Jehová, como más te guste, por lo que se supone que el siniestro personaje de marras también ha sido creado por él. Explícame por qué Dios no puede destruirle, hacerle desaparecer para que los humanos podamos ser mansos corderitos sin tentaciones ni extrañas desviaciones.
Precisamente, satanás no ha sido destruido porque el mal que nos rodea y nos persigue y nos quiere confundir, es parte de todo aquello que necesitamos aprender para que algún día dejemos de ser torpes e ignorantes corderillos que se dejan arrastrar por el mal, y lleguemos a ser hombres experimentados en el bien y en el mal y no volvamos a caer en las torpezas ni en las tentaciones en las que cayeron nuestros primeros padres.
Y éste es el porqué de todo lo que vivimos: la oportunidad de vivir las experiencias necesarias que nos hagan conocer y descubrir en todo momento lo que es bueno y lo que es malo.
LA LEY DEL NUEVO PACTO es la Ley que Dios había dado desde siempre y para siempre.
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KIMO
Jesus abolio el viejo pacto e instituyo uno nuevo, (.......)
¿Y por qué lo abolió? Es lo que te falta por explicar. ¿Y qué Ley contiene el Nuevo Pacto? Tampoco lo has explicado.
Dios dijo que haría un Nuevo Pacto porque su Antiguo Pacto fue invalidado, como dice el profeta Jeremías: "porque ellos invalidaron mi Pacto". Y es porque la ley de Dios fue cambiada por los escribas y fueron cambiados los mandamientos de Dios, como nos dicen los profetas Isaías, Malaquías, Jeremías y Ezequiel:
Isaías 24:5-6
Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, cambiaron los mandamientos, quebrantaron el pacto sempiterno (......).
Malaquías 2,5-10
Mi pacto con él fue de vida y de paz (.........) Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Yavé de los ejércitos.
Jeremías 8:8
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley del Señor está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas
Ezequiel 5:5-6
Así ha dicho Yavé el Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella. Y ella cambió mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella; porque desecharon mis decretos y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos
Entonces, como los mandamientos de Dios fueron cambiados, es por lo que fue invalidado el Pacto de Dios y por lo que Dios haría un Nuevo Pacto. Y el Nuevo Pacto que Dios haría con su pueblo no sería una nueva ley sino la Ley que en verdad había dado Dios desde el principio, pero esta vez grabada en el corazón y en la mente de sus hijos para que, escrita ahí, nadie pudiera cambiarla. Lee:
Jeremías 31:33
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yavé: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
31:34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Yavé; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,
Entonces, algún día todos los hijos de Dios conocerán la verdadera Ley de Dios y ya nadie podrá confundirles. Y esta Ley que Dios daría en la mente de sus hijos y que escribiría en sus corazones, son los mandamientos que Jesús nos enseñó cuando predicó el Evangelio, que son los mandamientos que en verdad fueron dados por Dios desde siempre y para siempre.
Así que no llaméis "mandatos de Dios" a los mandatos del Antiguo Testamento que Jesús anuló, porque los mandatos que Jesús anuló no eran en verdad mandatos de Dios sino de hombres, pues Jesús no vino a abolir la Ley de Dios, sino que, cuando predicó el Evangelio, anuló del Antiguo Testamento todos los mandatos que no eran más que mandatos de hombres (como las penas de muerte, las guerras, los sacrificios y todos los mandatos inmisericordes) y nos enseñó los mandamientos que en verdad fueron dados por Dios.