Gracias a Dios el ateísmo va perdiendo fuerza con la expansión del conocimiento.
El ateísmo ha sido durante décadas sinónimo de modernidad y rebeldía contra la sociedad y la moral tradicional, hoy en día el ateísmo en su forma militante va quedando constreñido a los "borderline". Son ya minúsculos los grupos de presión que pueden catalogarse como verdaderos ateos militantes.
Drogadictos, homosexuales, anarquistas, extremistas radicales...y un largo etcétera de grupúsculos disconformes con su propia existencia, mantienen una guerra contra todo y contra todos que mal disimula la frustración que sienten al verse forzados ellos mismos a existir.
No es un odio justificado, ni es una forma de creer distinta. Es la proyección de una impotencia sustentada en un odio irracional a todo aquel que se sienta bien consigo mismo.
Mientras que el ateo militante siente el dolor de su propia insignificancia, surge dentro de él el odio más visceral sobre todo aquello que el entiende como inalcanzable para él.