Cuando Jesús habló del tema, dijo que estas personas nacerían
“del agua y del espíritu” (Juan 3:5).
Esta expresión se refiere al bautismo en agua,
seguido del bautismo con espíritu santo (Hechos 1:5; 2:1-4).
Conceptos erróneos sobre la idea de nacer de nuevo
Lo que algunos creen: Una persona tiene que nacer de nuevo
para obtener la salvación o para ser cristiano.
La verdad: El sacrificio de Cristo hace posible
la salvación no solo para los que nacen de nuevo
y reinarán con él en el cielo, sino también para
los que vivirán en la Tierra bajo el Reino de Dios
(1 Juan 2:1, 2; Revelación [Apocalipsis] 5:9, 10).
Ese segundo grupo de cristianos tiene la oportunidad
de vivir para siempre en la Tierra hecha un paraíso
(Salmo 37:29; Mateo 6:9, 10; Revelación 21:1-5).
Para obtener la salvación,
debemos ejercer fe en Jesús
y demostrarla obedeciendo sus mandatos
(Hechos 4:10, 12; Romanos 10:9, 10; Hebreos 5:9).
La Biblia dice que es necesario
que la obediencia se traduzca en obras
para probar que nuestra fe está viva (Santiago 2:24, 26).
Sin embargo, eso no significa que nos ganemos la salvación.
Esta es una “dádiva de Dios”, un regalo
que nos hace por su “bondad inmerecida” o “gracia”
(Efesios 2:8, 9, Reina-Valera).
¿Es posible perder la salvación?
Sí. Igual que una persona que se ha salvado de morir ahogada
podría caer o saltar al agua nuevamente,
quien ha sido salvado del pecado podría perder la salvación
si no sigue demostrando su fe.
Por esta razón, la Biblia exhorta a los cristianos
que han recibido la salvación a que “luchen tenazmente por la fe” (Judas 3).
También les aconseja que
“sigan obrando su propia salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).