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Estaba en Google imágenes, y encontré dos que me parecen muy apropiadas para un tema pasado -del que no hice comentarios-, pero doloroso por lo injusto.
¿Qué pasaría si en casa tuviéramos un arma?
No digo un revolvercito de esos, que solo hacen barullo para espantar ladrones de gallinas. No. Me refiero a un AK47, a una Uzi de 600 disparos por minuto, una hermosa colección de escopetas cal. 12 de cañón recortado, un lanza granadas… Todas esas armas “lindas”, fálicas, llenas de gatillos y miras telescópicas, ¿no sentirían voluntad de usarlas algún día?
Las propias armas están deseosas de ser disparadas, de meter mucho ruido, miedo y muerte. Al final, las armas fueron fabricadas para eso, ¿no?
En los E.U hay 300 millones de armas en casas de familia. Más que la población total de ese país. Después de las masacres en escuelas, cines, lanchonetes etc., vienen los comentarios de siempre:
-Pero que raro…él siempre pareció un muchacho tan bueno, tan tranquilo…No me explico que le pudo pasar…
Pues así de simple. Mató la madre, y se fue a “cazar” crianzas al colegio a quemarropa.
-Pero cuál es la explicación para eso? Comentan todos.
La respuesta es muy simple: Locura no tiene explicación. ¿Cuál es la explicación del holocausto judío? ¿Cuál es la explicación de los 20 millones de muertos en la China, y de los 30 millones en la Unión Soviética?
Locura es un misterio de la existencia, que no se explica por la razón. La única explicación de los asesinatos en serie y en masa, es que las armas en E.U. están a disposición de cualquier loco que quiera comprarlas. Ellas los están esperando ansiosas en las prateleras.
Parece pardoja que los padres de estos locos asesinos cuando eran niños, si vivieran en un piso alto y no tuvieran rejas, serían severamente punidos.
Si viajaran en auto con el "asesinito" sin cumplir con todas las normas de seguridad para el monstruito, otra que multa llevarían.
Sin embargo…si en la adolescencia entran a un local, y cazan los parroquianos como a patos en un corral, ahí a los padres no les pasa nada.
Y lo peor: en la mayoría de las veces, esas armas pertenecen a los progenitores.
La barbarie no está solo en Siria o Libia.
El crímen duerme en casa.
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